En la Plaza de San Gregorio, mientras se toma un café o un cortado, un vecino suelta lo que resume el sentir general: “Aquí el medio que cobra calla, y el que no cobra canta… aunque desafine”. Y es que, cuanto más engorda un medio a base de convenios, menos confianza genera en el ciudadano de a pie. Al contrario, cuanto más pobre y libre parece, más rico es en credibilidad
En Telde no hace falta ni el CIS ni una multinacional de estudios de mercado: basta con sentarse un rato en la Plaza de San Gregorio para saber en qué medios confía la gente. La respuesta es rápida y sin rodeos: en los que no están untados por el Ayuntamiento.
Porque aquí, en esta ciudad donde hasta las palomas parecen estar al tanto de las maniobras políticas, todo el mundo sabe que los medios que cobran religiosamente del consistorio —ya sea en forma de publicidad institucional, convenios, facturas de comunicación o “colaboraciones estratégicas”— funcionan más como departamentos externos de prensa del alcalde que como medios de comunicación.
En el gallinero mediático de El Cubillo, los medios “subvencionados” son como esas gallinas ponedoras de manual: producen noticias, sí, pero siempre con el mismo color de cascarón que al poder de turno le conviene. Criticar al Ayuntamiento mientras se pasa factura por debajo de la mesa sería como escupir para arriba.
Mientras tanto, los medios pequeños, los que no tienen ni un duro público, sobreviven como buenamente pueden. No tendrán grandes cámaras, ni plantillas numerosas, ni estudios de diseño para maquillar notas de prensa, pero tienen lo que el ciudadano valora más: libertad para decir lo que otros callan. Y es ahí donde radica la diferencia: los teldenses, que no son bobos ni recién llegados, distinguen a la perfección entre el medio que actúa como altavoz y el que actúa como lupa.
Dos Teldes informativas
1. La prensa subvencionada:
• Titulares suaves, notas de prensa copiadas y pegadas del gabinete municipal.
• Noticias siempre alineadas con la foto oficial del alcalde y su equipo.
• Críticas reducidas al mínimo, como si el municipio fuera la Suiza del Atlántico.
• Para la gente, equivalen a un canal de cocina política: recetas recalentadas de propaganda.
2. La prensa independiente:
• Incómoda, irreverente, con errores y hasta caótica, pero valiente.
• Sin miedo a poner nombres y apellidos donde otros se limitan a generalidades.
• Capaz de tocar la fibra sensible en tertulias, bares y guaguas.
• Son percibidos como “guachinches informativos”: menos glamour, más verdad.
La percepción ciudadana
En la Plaza de San Gregorio, mientras se toma un café o un cortado, un vecino suelta lo que resume el sentir general: “Aquí el medio que cobra calla, y el que no cobra canta… aunque desafine”. Y es que, cuanto más engorda un medio a base de convenios, menos confianza genera en el ciudadano de a pie. Al contrario, cuanto más pobre y libre parece, más rico es en credibilidad.
El gallinero del Cubillo
Si uno se asoma al corral del Cubillo, la escena es clara: gallinas gorditas y lustrosas, alimentadas con pienso institucional, cacarean noticias inofensivas. En otra esquina, gallos flacos, sin pienso pero con garganta, cantan fuerte y a deshoras, molestando al poder pero ganándose la confianza de la gente. Porque en Telde, la credibilidad no se mide en euros, sino en decibelios de valentía.
Los ciudadanos de Telde ya han hecho su elección:
• La prensa subvencionada sirve para saber qué quiere contar el Ayuntamiento.
• La prensa independiente sirve para enterarse de lo que de verdad pasa en Telde.
En definitiva: la confianza de la gente no se gana con convenios ni con facturas, se gana con la osadía de contar lo que otros esconden. Y por eso, aunque los medios independientes no tengan ni sede ni corbata, hoy suenan más creíbles que los “profesionales” del silencio subvencionado.
Juan Santana, periodista y locutor de radio