«Si no te gustan mis principios, tengo otros…»
Esa parece ser la filosofía y la manera de pensar de aquellos que en el nombre de la independencia informativa y la objetividad levantan la bandera de la decencia y la igualdad de trato.
Estamos llegando al límite. Todo tiene un precio, informativamente hablando. Todo se mezcla para favorecer descaradamente a quien te paga. Por eso, quien más paga puede decir la mentira más grande.
Cuando las notas de prensa de un partido político se convierten en titulares de un medio de comunicación, la credibilidad de ese medio queda muy dañada y la sombra de la sospecha se va extendiendo como una mancha de aceite quemada, creando una realidad paralela que siembra dudas y crea confusión. Y desde esa confusión, que tiene un precio, pretenden controlarnos.
Cuando un medio de comunicación publica a toda plana que un evento congrega a 500 personas cuando todo el mundo sabe que no habían ni 200 asistentes, es que algo huele a podrido.
Milagrosamente, consiguieron meter a todas esas personas en un recinto con capacidad mucho más limitada, no solo con el propósito de huir de la lluvia sino para esconder puertas adentro el espantoso ridículo que estaban haciendo.
Si, además, en ese el titular aparece «entrecomillado» solo una parte del mismo, es evidente que el resto del texto es de producción propia. Es el vivo ejemplo de que las notas de prensa las está utilizando algún medio de comunicación local de manera partidista y torticera, intentando colarnos el mensaje que «el pagador» ha propuesto.
En estos casos, «la redacción» no controla la veracidad de los hechos con un mínimo de rigor. No es necesario. El titular lo pone la misma fuente, es decir, quien paga. Quien publica no interviene, es un mero transmisor.
Desde el momento en que una nueva página digital irrumpió meses atrás en Valsequillo, las lógicas suspicacias empezaron a aflorar. Aunque desde todos los ámbitos se le dio un margen de confianza razonable hasta comprobar la línea editorial del medio, la sombra de la sospecha no se prolongó mucho en el tiempo y el beneficio de la duda saltó por los aires hecho añicos, incluso, mucho antes de lo previsto.
Conociendo a los personajes de la trama, no hace falta especular mucho.
La necesidad imperiosa de tener a disposición un medio de difusión de ámbito local (a veces insular) para, en función de lo que les interesa transmitir, colarnos de vez en cuando notas de prensa falseando la realidad, hacen de ese medio un arma de «desinformación masiva».
Lo que sacamos en claro de todo esto es que, para ciertos medios, el mercadeo permite a los políticos corruptos poner sus propios titulares aunque sean exageradamente falsos. Sólo hay que pagar bien.
El alcalde de Valsequillo, después de medio año en caída libre, con un gobierno en minoría y un deterioro de su imagen que ya se proyecta al exterior de manera muy visible, vuelve a la ofensiva mediática para intentar mantenerse a flote.
En ese inútil intento de ocultar todas sus carencias y debilidades, culpando de todos sus males a la oposición, ha buscado la manera de acercarse de manera vergonzante a quien ahora le sirve de altavoz para divulgar sus habituales falsedades bajo un paraguas amplio que le facilite publicar los titulares que necesite. Verídicos o no, da igual. Eso parece no importar mucho a ninguna de las partes del trato.
Que lo ha conseguido es evidente.
Es la parte oscura de la información subvencionada disfrazada con publicidad institucional, esa que vende una actualidad paralela preparada en la cocina, con muchos condimentos y con muy poca vergüenza.
Antonio Sosa, Vecino del Valle de San Roque