El devenir de la vida no puede medirse en blanco o negro: existe una amplia gama de colores, e, incluso, una amplia paleta de grises. Entonces ¿Por qué existen momentos, como el actual, en que la opinión pública se encuentra tan polarizada? La respuesta es muy sencilla: se debe a la manipulación. La adulteración y la tergiversación de la realidad en base a unos intereses particulares para alcanzar un objetivo
La polarización política se refiere a cuando la opinión pública, el sentir del pueblo, se divide en dos extremos opuestos. Algo que va en contra del sentido común, pero ya sabemos que el sentido común es el menos común de los sentidos…
El devenir de la vida no puede medirse en blanco o negro: existe una amplia gama de colores, e, incluso, una amplia paleta de grises. Entonces ¿Por qué existen momentos, como el actual, en que la opinión pública se encuentra tan polarizada? La respuesta es muy sencilla: se debe a la manipulación. La adulteración y la tergiversación de la realidad en base a unos intereses particulares para alcanzar un objetivo. Es la estrategia de la Derecha rancia. La Derecha fascista. Pero puede provocar (y de hecho está provocando) una reacción extrema en cierto sector de la izquierda…
Si bien esa izquierda más cercana al extremismo no usa el bulo ni la distorsión, sí que es cierto que puede llegar a impedir la unificación de la izquierda (lo que favorece enormemente a la extrema derecha), es decir, al fascismo…
Esa diferencia tiene sus razones: mientras la Derecha busca conservar de forma inmutable lo que considera debe ser tradición, la Izquierda intenta cambiar lo que no funciona. Lo que está mal. No acepta la desigualdad como algo establecido, algo a mantener estático, como si fuese algo natural, algo que sí asume la Derecha. De hecho, la Derecha (y mucho más la Extrema) sabe que si disminuye la desigualdad, habría una reducción de privilegios. Y no están dispuestos a ello…
La Izquierda está más abierta a la renovación de ideas, a admitir cambios, a debatir sobre temas sociales y a la ampliación de Derechos. La Derecha no acepta nada de eso y lo considera un ataque hacia su posición. No tiene un debate «ideológico» propiamente dicho: se trata de mantener un estatus de Poder, una posición de mirar desde arriba hacia los de abajo. Por tanto, no «necesitan» renovar ideas. Simplemente quieren un «líder» que mantenga todo como está desde siempre…
A esa Derecha rancia no le interesa llegar a acuerdos de convivencia. Sólo le vale el Poder y el destruir todo signo de avance (lo vemos y lo oímos cada vez que aparecen en los medios). No se ocultan en decir que van a derogar todos los avances sociales de los últimos años. Les da igual que el Estado español esté mejor que nunca dentro del panorama europeo y mundial. Quieren destruir todo eso porque les dificulta su asalto al Poder. De ahí que intenten «polarizar» a la opinión pública: «o conmigo o contra mí«…
Esa «polarización forzada» es la que logran con el control de medios de comunicación, redes sociales, Poder Judicial, etc. Saben que el común de la ciudadanía se «informa» a través de titulares, no de lectura y análisis sosegado. De vídeos de treinta segundos, donde no se puede argumentar nada porque ni da tiempo ni interesa que el que lo ve tenga ocasión de pararse a pensar un momento sobre si lo que ha visto y oído tiene lógica o si es posible. Se salta al siguiente vídeo, al siguiente titular, y punto. Es su táctica para polarizar a la sociedad. «O conmigo o contra mí«, sin punto intermedio. Sin más opciones. Y les está dando resultado…¿Es posible luchar contra esa polarización forzada?: Sí. Desde luego es posible. Pero no es fácil. La gente prefiere mentiras reconfortantes antes que verdades incómodas. Por tanto, hace falta mucha pedagogía. Usar las mismas tácticas, los mismos métodos que usan ellos, pero siempre desde la verdad, haciendo pensar, uniendo, no desuniendo. Y una Izquierda que se una frente a un objetivo común. Con acuerdos de mínimos que permitan seguir progresando y no volver al pasado. Porque no hubo nada bueno en él aunque nos quieran «vender la moto»…
Ángel Rivero García