El PP de Telde se queda sin pareja política tras la fuga de CIUCA con Primero Canarias, pero su vicealcaldesa insiste en que el pacto “goza de una salud extraordinaria”

En Telde, la política se ha convertido en una coreografía digna de verbena de barrio. Al son de “un pasito pa’lante María, un pasito pa’trás”, la vicealcaldesa y portavoz del Partido Popular, María González Calderín, se mueve con una elegancia que ya quisiera la mismísima Gloria Estefan. El problema es que, mientras suena la música del pacto con CIUCA, el DJ ha cambiado el ritmo y María parece no haberse enterado.
Porque resulta que CIUCA, ese socio “fiel” que prometía amor hasta 2027, se ha ido con

Primero Canarias, el nuevo partido de Teodoro Sosa y Óscar Hernández, sin pedir permiso ni devolver el anillo del compromiso. Vamos, que el PP se ha quedado compuesto, sin consejero en el Cabildo y sin novia. Y eso, en política, duele más que cuando te dejan por WhatsApp con un emoji triste.

Pero ahí está María, sonriente, repitiendo en los medios que “el pacto goza de una salud extraordinaria”. Hombre, claro, si por salud entendemos seguir respirando con respirador político. Porque si eso es estar bien, que alguien le pase el fonendoscopio al pacto, no vaya a ser que lo que oigamos ya sea el pitido final.

La vicealcaldesa insiste en que todo va viento en popa, que son un equipo “unido y sin fisuras”, que el PP es leal “cien por cien”… ¡y tanto! Tan leal que, aunque CIUCA les ha dado la patada en el Cabildo, ellos siguen sosteniendo el gobierno municipal como si nada. Una especie de síndrome de Estocolmo político: te traicionan, te quitan el acta y tú todavía los defiendes con cariño.

Y cuando alguien le recuerda que CIUCA ya se ha fugado con Primero Canarias, María, con su mejor sonrisa de concejal de limpieza, repite el mantra: “Todo va bien, seguimos unidos”. Claro, María, unidos, pero al abismo.

Por si fuera poco, María se defiende asegurando tener 38 años cotizados como autónoma, algo muy respetable, aunque lo cierto es que lleva tanto tiempo pegada a un cargo público que ya tiene domicilio político fijo en el Ayuntamiento de Telde. Porque si el PP rompiera el pacto, el problema no sería ideológico… sería laboral. Que quedarse fuera del gobierno significa pasar del despacho con aire acondicionado a la oficina del paro, y eso, en Telde, ni con agua bendita de San Gregorio.

La verdad es que, echando un vistazo al currículum que María González Calderín tiene publicado en la web del Ayuntamiento, uno entiende por qué no quiere dejar la política: el documento es amplio y variado, con cursos para todos los gustos —desde danza clásica hasta educación diabetológica—, pero sin fechas en los títulos ni en los cargos desempeñados. Eso sí, extenso es. Vamos, que si la política no sale, puede montar una academia de formación intensiva: “De cómo ser vicealcaldesa en 20 pasos, sin especificar cuándo ni dónde”.

Mientras tanto, en el PP insular, silencio absoluto. Romper con CIUCA en Telde pondría en peligro otros sueldos y sillones en distintas instituciones. Ya saben: “no me muevas la silla, que me mareo”.

Así que María sigue ahí, firme, con su paso doble de “fidelidad extraordinaria”, bailando sola en un pacto roto que ella insiste en ver como un matrimonio feliz. Pero la realidad, querida María, es que el PP de Telde se ha quedado de padrino en una boda a la que ya no está invitado.

Y mientras tanto, la ciudadanía —esa que no puede aparcar, que esquiva socavones y que ve cómo la limpieza sigue “por ver”— observa el espectáculo pensando:
“Si esto es un pacto con salud extraordinaria, no quiero ni imaginarme cuando coja fiebre”.

Juan Santana, periodista y Locutor de Radio