El centro comercial y los multicines de San Gregorio fueron una apuesta clara por dotar a Telde de lo que nunca tuvo: una vida comercial moderna, una oferta de ocio digna y un espacio pensado para las personas. Y no es que haya fracasado. Lo dejaron morir de pura desidia
Este viernes, la plataforma ciudadana “Tertuliando desde la Resistencia en Telde” abordó este tema como lo que es: una vergüenza urbanística, cultural y política. Porque no hablamos de un solar escondido. Hablamos de un edificio que está en el centro de todo… y en el olvido de todos.
Hubo un día —no tan lejano— en que Telde creyó haber tocado la modernidad con la punta de los dedos. Fue en 2002, cuando se inauguró en pleno corazón de San Gregorio un centro comercial con multicines. Nada podía salir mal: ubicación céntrica, ilusión desbordada, salas de cine recién salidas del horno… y hasta las primeras franquicias de ropa y tiendas de marca que pisaban tierra teldense. Toda una revolución. Parecía que, por fin, no haría falta subir a Las Palmas para comprar unos vaqueros sin estampado de iguana.
Durante más de una década, aquello fue un pequeño motor económico y social. Los cines eran punto de encuentro, las tiendas funcionaban, las cafeterías tenían clientela y hasta algún concejal salía en la prensa diciendo que “Telde avanza”. Qué tiempos.
Pero como todo lo que en Telde empieza con entusiasmo, en algún momento aparece el olvido institucional, ese viejo conocido, que convierte cualquier idea buena en un bonito recuerdo decorado con carteles de “cerrado hasta nuevo aviso”.
En 2016, el centro comercial y los multicines echaron el cierre. Sin fuegos artificiales, sin rueda de prensa, sin lágrimas… solo el sonido del candado. Desde entonces, ahí sigue: el monumento al desinterés político más longevo de Telde.
Hoy, el que fue símbolo de modernidad es solo un edificio olvidado, con más polvo que propuestas, cerrado por desuso y abierto a la indiferencia. Nadie lo toca, nadie lo nombra y, por supuesto, nadie lo gestiona. Porque en Telde, al parecer, cuando un proyecto fracasa, lo mejor es taparlo con una lona y mirar para otro lado. No vaya a ser que la solución implique trabajar.
¿Un centro comercial con estructura aprovechable? ¿Cines listos para reabrir con una reforma? ¿Ubicación privilegiada en pleno San Gregorio? Sí, lo tiene todo. Todo menos políticos con visión de presente y de futuro.
Y mientras tanto, el edificio sigue allí, perfecto para grabar una película de zombis o rodar la tercera parte de “Chernobyl”. La diferencia es que lo de aquí fue provocado por una mezcla explosiva de falta de voluntad, pereza burocrática y alergia al pensamiento creativo.
Este viernes, la plataforma ciudadana “Tertuliando desde la Resistencia” en Telde abordó este tema como lo que es: una vergüenza urbanística, cultural y política. Porque no hablamos de un solar escondido. Hablamos de un edificio que está en el centro de todo… y en el olvido de todos.
Desde la plataforma se preguntan —con razón—:
“¿De verdad nadie en el Ayuntamiento, ni en gobierno ni en oposición, ha tenido en nueve años una sola idea útil para este espacio?”
Y como no están para esperar milagros, proponen lo obvio:
• ¿Y si el Ayuntamiento convoca un concurso de ideas ciudadanas?
• ¿Y si se convierte el edificio en un vivero comercial, cultural o juvenil?
• ¿Y si, por una vez, se escucha a la gente que vive en el barrio en lugar de a los asesores con despacho en El Cubillo… o directamente teletrabajando desde sus casas con el café en la mano?
Porque el problema no es la falta de ideas: es la falta de voluntad y la comodidad institucional de dejar que todo se pudra con el tiempo. Total, con una nota de prensa y un vídeo en redes, se puede estirar el cuento unos meses más.
El centro comercial y los multicines de San Gregorio fueron una apuesta clara por dotar a Telde de lo que nunca tuvo: una vida comercial moderna, una oferta de ocio digna y un espacio pensado para las personas. Y no es que haya fracasado. Lo dejaron morir de pura desidia.
Desde “Tertuliando desde la Resistencia en Telde” se lanza un mensaje nítido y sin rodeos:
“San Gregorio no necesita otro cartel de ‘estamos trabajando en ello’. Necesita trabajo real. Necesita acción, ideas, voluntad y, si no es mucho pedir, una pizca de vergüenza institucional”.
Porque si tras nueve años nadie ha sabido qué hacer con ese edificio… quizás el problema no es el edificio.