Para ejercer el periodismo en Telde, tienes que formar parte de la mugre que lleva viviendo desde hace décadas de las arcas públicas, informadores desprestigiados que han traicionado todos los valores no solo del periodismo, sino haciendo trampas a la Inspección de Trabajo

Anoche publiqué en Canarias Informativa, un artículo titulado: “El concejal Juan Martel miente «frente al espejo» a cerca de su paso por el CCD y su relación con Lorenzo Olarte”.

No había pasado media hora cuando desde la actualidad de Telde, salía el periodista a sueldo de Gestel, a defender a Juan Martel, al que no se había atacado en ningún momento, tan solo se le demostraba vía audio, que había mentido frente al espejo en un programa pagado por los ciudadanos de Telde.

Ser hoy periodista en Telde, se está convirtiendo en un oficio de riesgo, sobre todo si perteneces a la vieja escuela del periodismo, aquella que considera un deber publicar lo que el gobierno no quiere que publiques y la que se siente obligada a servir al pueblo con la verdad.

En Telde pululan periodistas comprados, y sin honor, que se han convertido en escuderos de los políticos que les pagan para que sean perros dóciles y para ello no dudan en ir contra quienes nos negamos a ser los lameculos del político de turno.

Para ejercer el periodismo en Telde, tienes que formar parte de la mugre que lleva viviendo desde hace décadas de las arcas públicas, informadores desprestigiados que han traicionado todos los valores no solo del periodismo, sino haciendo trampas a la Inspección de Trabajo.

La corrupción está presente en todos los ámbitos, pero que encima sean los corruptos quienes pretenden dar lecciones de moralina, es ya de traca.

El periodismo libre molesta cada vez más porque cuenta la verdad y muchas veces la verdad perjudica a los que mandan. Cuando un informador sale a dar la cara por un político o el político es ejemplar o el periodista es corrupto y defiende sus intereses, en este caso nos quedamos con la segunda acepción.

En los dos años que lleva Juan A. Peña como alcalde de Telde, y Juan Martel como hombre fuerte del gobierno, se ha llegado a límites insospechados, los que nos ocupamos sobre todo de informar de aquellas cosas relevantes que el gobierno no quiere que se sepa, comprometidos con la búsqueda de la verdad, nos ponen cada vez con más obstáculos en el camino.

En Telde, la degradación del noble oficio del periodismo es, junto con una parte de la clase política, el gran drama de esta ciudad, donde se pretende que no llegue a la ciudadanía una información libre y veraz, para tener constantemente engañados y manipulados a los ciudadanos.