Lógicamente, las personas que se dedican a estos menesteres trabajan a sueldo para políticos inútiles y, como no podía ser de otra manera, cobran por su trabajo, la mayoría de las veces, bastante bien remunerado. O mejor dicho, «generosamente remunerado», sobre todo cuando se trata de dinero público
Hoy, buscando una palabra que nos interesaba, resulta que nos encontramos con algunas que respondían a la búsqueda pero no a los criterios que nosotros pretendíamos.
En concreto, encontramos una que tenía que ver con lo que buscábamos pero la acepción para el contexto donde la queríamos emplear, no nos gustaba en absoluto.
Y seguimos buscando.…
Y mirando, mirando, nos topamos con el «escritor fantasma», un término compuesto que nos gustaba más que el primero que encontramos, cuyo empleo debería ser censurado en ese contexto por sus connotaciones racistas.
Pero seguimos buscando un término más hispano, más nuestro, y finalmente encontramos un término más apropiado y que nos encantó: «amanuense».
El amanuense es una persona que escucha el dictado de otra persona y lo lleva al papel; dicho con otras palabras, es aquella persona que escribe en lugar de otra o para otra.
Lógicamente, las personas que se dedican a estos menesteres trabajan a sueldo para políticos inútiles y, como no podía ser de otra manera, cobran por su trabajo, la mayoría de las veces, bastante bien remunerado. O mejor dicho, «generosamente remunerado», sobre todo cuando se trata de dinero público.
Pero una cosa es copiar literalmente lo que dice su patrón, quien suele conocer al dedillo lo que quiere transmitir, y otra cosa bien distinta es conocer el trasfondo de una crítica y responder con rigor y con acierto a esa crítica.
Y aquí, aparece el problema; el escritor fantasma se pierde, divaga, balbucea, pero no acierta, no da con la tecla. Es lo lógico, porque desconoce el sentido del mensaje, y entonces llega a la parte más esperpéntica: se agarra a dos argumentos secundarios del artículo y a partir de ahí, intercalando insultos de manera atropellada contra la persona (que no contra el mensaje, porque no sabe de qué va), intentar montar un relato con el que agradar a su patrón. A pesar de que el anzuelo es muy visible, el escritor fantasma siempre pica. Esto es muy viejo.
Y para rematar, lo peor de todo es que cuando escasean los recursos, el nivel del lenguaje empleado decae muchísimo -salvo en los insultos-, transmite chabacanería y mal gusto y se convierte en algo ‘muy de andar por su casa», repetitivo y patético. En definitiva, que se nota que ni siquiera da la talla y cobra solo por insultar. Eso lo hace cualquiera con la ayuda de la Inteligencia artificial, ¿no creen ustedes?.
Pero que encima cobren por ello nos parece algo excesivo, aunque SIEMPRE hay políticos desesperados que pagan lo que sea. Al fin y al cabo, no es su dinero sino del pueblo.
Y con esto, pasamos al comentario de hoy, no se crea nadie que nos están distrayendo del objetivo.
No way, bro.…
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