Juan Dávila-García. Jubilado, Radiotelegrafista del Estado
Es inexplicable lo ocurre en la costa del San Bartolomé de Tirajana relacionado con el otorgamiento o no de las -distinciones azules sean banderas o la denominación de Centros Azules-. No hace mucho tiempo el concejal de playas y litoral, Samuel Henríquez, -celebraba la consolidación de sus 5 banderas azules-, que se ostentaban con gran orgullo en las playas de: San Agustín, El Inglés, Maspalomas, Meloneras y el Puerto Deportivo de Pasito Blanco, así como con la concesión de Centro Azul al “Centro Interpretativo de las Dunas”.
Allá por los finales de los años cincuenta e inicio de los sesenta del pasado siglo XX, los primeros turistas que llegaban a nuestras costas venían buscando –sol y playas-, con el paso de los años la evolución observada fue adquiriendo tal notoriedad que comenzaron a construirse excelentes hoteles, bungalows y apartamentos, e incluso se iniciaron algunas cosas que el turismo internacional echaba de menos, eventos sociales y culturales, conciertos, realización de obras teatrales, festivales folclóricos y otros.
El porqué nuestro municipio ha perdido –tres banderas azules, en el caso de la Playa de Maspalomas algo que jamás había ocurrido-, salta a la vista y no hay que poseer una vista muy –sagaz- para determinar dónde radica el motivo o los motivos que han llevado al Jurado Internacional que concede estas distinciones a obviar a tres de nuestras mejores playas, además de la citada, las Playa del Inglés y la Playa de Meloneras, algo que todos los que habitamos por estas latitudes conocemos con total exactitud, sin que nadie niegue la realidad de las irregularidades que han motivado tan -tremenda debacle para nuestra industria más puntera, el turismo-.
Como manifiesta el señor Mañaricua presidente de la FEHT (Federación Española de Hostelería y Turismo de Las Palmas), -la falta de los servicios esenciales en las Playas, sin hamacas y sin sombrillas, sin los chiringuitos que ofrecen a los que visitamos estos enclaves, podamos disponer de una carta gastronómica variada y no exclusivamente del perritos, hamburguesas y de un simple sandwichs, la suciedad que se observa en todos los rincones del municipio, y falta de limpieza en las playas en general, incluso en las Dunas que se han convertido en un centro donde se observan de manera abundante fumaderos de drogas, así como también en un perfecto escondite donde –el desove- apelando a un término ictiológico esta a el orden del día-.
Quien son los responsables de que todas estas deficiencias sigan haciendo tanto daño, sin lugar a dudas la indolencia de los que gobiernan este municipio, y especialmente la del concejal del área de playas y litoral, el señor Henríquez, que ya ha tenido más de una metedura de pata como tal, recordemos el caso de la –escollera de la avenida del Faro-, cuya incoación del expediente administrativo por parte de Costas siga vivito y coleando, por mucho que el –pontifique-, que su respuesta al Pliego de Cargos que le enviaron desde la Jefatura de Costas hizo posible que todo quedara en agua y borrajas, algo que no es así-.
Con mis años y mis conocimientos sobre la –política seria- me han llevado ha realizar el siguiente comentario que he expuesto en muchas ocasiones: “no se puede hacer política si no hay políticos”, y esto es algo que está a la vista, en España la figura del –político si nos atenemos a la definición ilustrada que hicieron los filósofos, tales como Aristóteles, Séneca, y otros basándose en “las polis”, la decadencia política en nuestro país ha adquirido unas dimensiones astronómicas, aunque indudablemente existen excepciones, aunque lamentablemente no son tan abundante como desearíamos.
Quiero aprovechar esta oportunidad y cambiando de tema, para decirle una vez más a Antonio Morales, presidente del Cabildo de Gran Canaria, que se deje de jugar con el tema del –gas licuado- que está llamado a ser el principal combustible de la mayoría de los buques que se acercan a repostar al Puerto de la Luz y de Las Palmas, y si adolecemos de Centros de Producción y Almacenamiento este tipo de gas, los barcos pasaran de largo y repostarán en otros puertos, posiblemente en el de Granadilla de Abona en Tenerife, cuyo presidente del Cabildo quiere ubicar allí un centro de estas características.
La ciudad de Las Palmas con casi 400 mil habitantes, con uno de los principales puertos de África Oriental, no puede estar a expensas de los que “quieran o no quieran” los políticos, que no piensan en el daño que pueden hacer. La autoridad portuaria debe imponer su criterio al respecto, haciéndole saber a Morales que el -gas licuado-, es esencial para el buen funcionamiento de nuestro puerto, y que el tráfico portuario nos está generando una buena cantidad de beneficios, y no es cuestión mandar todo esto al traste, porque una mala decisión política se oponga o no vea con buenos ojos la instalación necesaria de un centro de producción y almacenamiento de este tipo de gas, que se ha convertido en el combustible por excelencia de cuantos buques navegan por todos los mares del mundo.
Hacerle ver al señor Morales que en el tema de las “regasificadoras en Canarias no existe ni confusión ni ambigüedades calculadas”, el –gas licuado-, es algo que se ha impuesto como carburante en la navegación marítima, y por consiguiente nuestro puerto necesita poseer una industria de estas características para no perder el –status conseguido-, que como ya he manifestado, lo sitúan entre los puertos más importantes del atlántico oriental.