Define su trabajo como el arte de hacer que todo encaje a la perfección y hoy nos cuenta dónde disfruta de las mesas más especiales en la isla redonda
Con orgullo nos cuenta que nació en el municipio de Santa María de Guía y, sus comienzos profesionales nada tuvieron que ver con el protocolo sino con el turismo, área en la que enseñaba como profesor.
Lo que si es cierto es que desde siempre sintió fervor por la monarquía como institución, porque desde la cuna lo vivió en su familia siendo todos monárquicos además de querer dejarnos constancia de ser católico y practicante.
Pero que nadie piense que esa admiración era de escaparate, la de Ángel era mucho más profunda: admiraba todo lo que tenía que ver con el ceremonial, la simbología, las relaciones de Estado y el corazón en sí de la institución o como a él le gusta definirlo: «La auténtica magia de la monarquía».
Y todo esto tiene mucho que ver con los grandes ídolos de su vida: la Reina Sofía y el Papa Benedicto XVI y sí, a ambos los ha conocido.
En paralelo a todo esto, desde siempre, Ángel ha sido de los que no se conforman y cree fervientemente en que hay que proyectar, estudiar y formarse para lo que uno quiere de sí mismo. Así que dicho y hecho porque, en paralelo a sus clases de Turismo, Ángel se especializó y se licenció Protocolo y Relaciones Institucionales por la Universidad Miguel Hernández de Elche. Con tesina incluida que bien podría ser todo un tratado histórico de la materia: ‘De Felipe V hasta Juan Carlos I’.
Por aquel entonces, Ángel seguía simultaneando sus clases y los muchos eventos en la isla para los que se contaba con él, como uno de los pocos expertos que existían por aquel entonces y justo en la celebración del Festival de Cine de la capital grancanaria, conoce a José Manuel Soria. Una persona que depositó, desde el principio toda su confianza en él y en su buen hacer, a lo que Ángel respondió siempre desde la más absoluta profesionalidad y entrega.
Pero, llegó el primer punto de inflexión: o seguía en un lado y en otro o lo dejaba todo para dedicarse en exclusiva a una de sus grandes pasiones. Y así lo hizo, apostó todo y ganó porque, a partir de ese momento el delicado universo de las relaciones institucionales y el protocolo desplegaron su alfombra roja para él.
Ángel es de los pocos que puede decir que ha trabajo para todos los niveles de la administración pública: Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria, Cabildo de Gran Canaria, Gobierno de Canarias y Gobierno de España. Ha formado parte de comitivas oficiales que han marcado historia y rumbo de nuestro país, ha conocido lugares y personalidades que aún hoy en día siguen marcando el destino del mundo y todo ello, como testigo directo y en primera persona, aunque una de sus principales cualidades es la de convertirse en la sombra de quienes asesora, la de montar un puzle que encaje bien y a la primera, la de prever, sin bola de cristal, todo aquello que pudiera suceder y la de organizar una coreografía silenciosa que hace que todo funcione porque, de lo contrario, si algo fallara podría ser mucho lo que se rompería.
Llegados a este punto toca preguntarle por su agenda de contactos y, lejos de considerar importante el número de registros que tenga esa agenda, Ángel nos responde: «Lo importante no es la suma de contactos que tengas en tu agenda, sino que te respondan cuando los llames.»
De aquellos comienzos en el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria, con Josefa Luzardo, para seguir con José Manuel Soria, de ahí salto al Cabildo de Gran Canaria para continuar en el Gobierno de Canarias, de la mano de Paulino Rivero, Ángel ejecutó una carrera impecable en cada una de las instituciones que pisaba. Todo ello, no merecía menos que dar el gran salto, junto a Soria al Ministerio de Industria, Energía, Turismo y Nuevas Tecnologías. Cuatro en uno. Nada más y nada menos. Y como director de protocolo y con cuatro personas a su cargo.
Un salto de mucha altura con exigencias de altísimo nivel donde Ángel entregó su tiempo, su vida y su alma. Casa en Madrid, que apenas pisaba porque no cesaba de concatenar viajes y actos a diario. Y la responsabilidad de que todo saliera bien, en todo momento: detalles que al común de los mortales se nos pasarían por alto a lo que Ángel denomina como: «Entrar en un ministerio es darte cuenta del enorme peso que tiene un Estado».
De aquellos años, Ángel recuerda experiencias únicas y miles de anécdotas que dejaron huella en él, como aquellos viajes con la Casa Real, cuando tocaba acompañar a José Manuel Soria como «ministro de jornada», actos llenos de solemnidad en donde a él le tocaba ‘cuidar’ y ‘controlar’ hasta el más mínimo detalle. Pero, pocos saben que Ángel también dejó su huella, no solo en la institución sino en las personas que le conocieron. Prueba de ello sus ‘libritos’ que, junto a su equipo preparaba para el ministro y en donde se recogía cada milímetro del asunto a tratar, fuera el que fuese.
Libritos que pasaron a ser un símbolo de su trabajo y donde no se le escapaba ni la temperatura con la que se iban a encontrar. Eso sí, puntualiza: «Mi trabajo siempre ha sido institucional, jamás me habrán visto en acto político electoral».
Formas y fondos que llevaron a Ángel a trabajar junto a otros dos ministros, tras finalizar la etapa de José Manuel Soria, con García-Margallo y De Guindos, porque, aunque no lo diga y mucho menos lo presuma, nadie tiene en su haber su currículo y su experiencia.
Por todo ello, no es de extrañar que la propia Reina Sofía le dijera a la madre de Ángel que lo empaquetaría para llevárselo con ella y que, en 2016, Ángel Ramón García recibiera la Orden al Mérito Civil, una condecoración estatal española, reconociendo así sus méritos y sus relevantes servicios prestados al Estado español.
Una vida que bien podría ser la trama de una serie, de esas que el espectador nunca quiere que se terminen y a la que Ángel puso en pausa para regresar a Gran Canaria y cuidar de su salud. Tocaba bajar la intensidad que no la actividad y, desde hace algunos años, desde su propia empresa AR-31, Ángel se sigue dedicando a lo que mejor sabe hacer: que nada falle, manteniendo siempre ese hilo fino que sostiene realmente un acto: previendo, ordenando, cuidando y consiguiendo que todo transcurra al ritmo correcto y siendo siempre garantía de que todo saldrá bien si es él quien respalda un acto.
Hoy, desde esa misma semblanza nos lleva por su ruta gastronómica favorita en la isla en la que nació y, como no podía ser de otra manera, los detalles son lo que le importa.
Los desayunos de Ángel en Gran Canaria
Su lugar favorito, sobre todo para tomarse un delicioso ‘café Borbone’ y una pulguita de tortilla francesa es San Bernardo Café, sobre todo los sábados por la mañana, cuando aprovecha para comprar unas flores y darse un paseo. Además, nos apunta que la pasta que elaboran a mediodía es de las mejores pastas artesanales de la ciudad.







