¿La ruta a la fiscalía? Parece que la está haciendo a la pata coja, en zigzag y sin GPS

Los ciudadanos de Telde, esos mismos que se tragan baches con más fe que cucharadas de potaje, se hacen una pregunta que cada día resuena con más fuerza en las cafeterías, paradas de guagua y grupos de WhatsApp: ¿Qué fue de la concejal de VOX?

Esa Esmeralda que no hace tanto tiempo era una especie de reportera freelance del Apocalipsis municipal, que denunciaba con más entusiasmo que pruebas y subía fotos de todo: farolas torcidas, papeles sospechosos, señales oxidadas… Vamos, que si te descuidabas y aparcabas mal el patinete, salías en su Facebook con una denuncia por prevaricación urbanística.

Y claro, como todo buen thriller de bajo presupuesto, llegó el gran anuncio: “¡He conseguido los papeles de Gestel!”

Dicho así, sonaba a que tenía el Santo Grial de la corrupción. Luego lo fue soltando por capítulos, como si estuviera dirigiendo una serie de Netflix:

Capítulo I: El hallazgo de la fotocopia sospechosa.

Capítulo II: Un albarán que no cuadraba.

Capítulo III: El expediente mal grapado.

Y entonces, ¡tachán!: el bombazo. Anunció que iba a la Fiscalía Anticorrupción. Pero algo pasó… Algo se torció. O se dobló. O se desinfló. Porque la esperábamos ver llegar a San Telmo en caballo blanco, con los documentos al viento, y lo cierto es que han pasado tantos meses que el fiscal ya ha tirado la toalla y ha puesto Netflix también.

¿La ruta a la fiscalía? Parece que la está haciendo a la pata coja, en zigzag y sin GPS.

¿Las irregularidades? Pues… eso: irregulares. Hoy están, mañana no. Tal vez eran errores de imprenta, un Word sin justificar, o simplemente otro capítulo más del teatro de los bulos con los que VOX alimenta sus redes y esperanzas.

Pero el pueblo no es tonto. No lo era ni cuando votaba con una mano y sujetaba el bocadillo con la otra. Y ahora empieza a mosquearse con Esmeralda. Porque si después de tanto anuncio no hay ni un triste folio en el buzón del fiscal, igual es que el expediente se lo tragó el cuento.

Y hablando de cuentos: cuando Esmeralda iba decidida rumbo a la fiscalía, con su carpeta de pruebas, su traje de heroína y su discurso épico, se topó con el lobo feroz.

Bueno, en esta versión de “Caperucita”, el lobo no es feroz. Es institucional, moderado, con pantalón vaquero, sonrisa de teletienda y promesas dulces como polvorones en junio.

—“Esmeralda, si dejas lo del fiscal, te pongo secretaria, despacho, boli con tu nombre… incluso una silla ergonómica con respaldo lumbar.”

Y claro, la concejala que antes gritaba “¡al lobo, al lobo!” acabó sentada en el sofá del lobo, con aire acondicionado y un cargo que le sienta como anillo al dedo.

Pero por si había dudas de que algo ha cambiado en este cuento, en el último pleno ocurrió un milagro: el grupo de gobierno le aprobó una moción a VOX.

Sí, has leído bien. Una moción de VOX… aprobada. Como si de pronto en el Vaticano hicieran cardenal a Darth Vader. Algo que ni los más optimistas de la ultraderecha municipal habrían soñado.

¿Casualidad? ¿Convergencia de intereses? ¿Premio a la buena conducta? Nadie lo sabe, pero el fiscal anticorrupción cada vez lo entiende menos.

Moraleja para Telde:

No todas las caperucitas que claman justicia llegan al final del bosque. Algunas se montan su chiringuito en medio del camino, saludan al lobo y pactan el menú.

Y colorín colorado, este expediente… no ha empezado, pero ya tiene final feliz.

Juan Santana, periodista y locutor de radio