ESCUCHA A FLORENTINO LÓPEZ CASTRO EN RADIO LAS PALMAS PULSANDO SOBRE ESTE ENLACE

Nacido entre redacciones, cintas de casete y cafés humeantes sobre periódicos desordenados, Florentino es hijo de dos referentes: Chano López Galán y Maribel Castro

Hay entrevistas que no se improvisan: se viven. Conversaciones que no se encuadran entre preguntas y respuestas, sino que van más allá, hacia la emoción y la memoria. Así fue el diálogo con Florentino López Castro, en esRadio Las Palmas y en Radio Las Palmas hombre que no solo ha heredado un apellido ilustre en el periodismo canario, sino que ha sabido mantener encendida esa llama con humildad, tesón y pasión auténtica.

Hijo de leyenda y voz propia

Nacido entre redacciones, cintas de casete y cafés humeantes sobre periódicos desordenados, Florentino es hijo de dos referentes: Chano López Galán y Maribel Castro, periodistas con alma que escribieron —literal y figuradamente— páginas importantes de la comunicación en Canarias. Él los recuerda con respeto, pero sin cargas: “Nunca fue una mochila pesada ser su hijo. Al contrario, fue un faro”. Y ese faro lo sigue guiando hoy, incluso en sus estudios de Periodismo universitario que cursa no por obligación, sino como homenaje y vocación tardía, cuando ya había aprendido lo esencial entre cables, redacciones y micrófonos.

La vocación que te elige

Aunque su vida laboral ha estado vinculada a la seguridad privada, su verdadera pasión siempre fue el periodismo. Esa pasión que “te pica como un gusano” —dice— y nunca se va del todo. Que te obliga a seguir preguntando, escribiendo, escuchando, aunque no pague facturas ni te ofrezca vacaciones.

Florentino ha construido con sus propias manos y recursos su medio de comunicación: OndaGuanche, un altavoz ciudadano, libre e incómodo para quienes prefieren periodistas obedientes. Él no lo es. No sabe serlo. “No me debo a nadie, solo a mi conciencia”, repite. Y lo demuestra: ha rechazado campañas institucionales con condiciones que traicionaban sus principios. Prefiere perder ingresos que vender su silencio.

Telde: la ciudad que duele

Si hay una palabra que repite con frecuencia es Telde. Y cuando la pronuncia, se le nota la herida. Florentino habla de su ciudad con tristeza y rabia contenida. Dice que está en coma, que sus servicios básicos languidecen, que el nivel político es lamentable, y que la sociedad parece anestesiada. “Nos están degradando sin que nos demos cuenta, como quien pone una anestesia lenta”, denuncia.

Pero su crítica no es destructiva. Es una llamada de atención. Cree que Telde merece más, mucho más. Que no puede ser gobernada con encuestas de Instagram ni administrada como si fuera una verbena continua. Que hay que rescatar el respeto institucional, la política con altura, el debate serio, la oposición real.

Y lanza un nombre que, sin saberlo, protagonizó parte del encuentro: Paco Valido. “Ahí hay una oportunidad”, reflexiona. Y lo dice con la serenidad de quien ha visto pasar muchas etapas, pero aún confía en los que no se han rendido.

El periodismo como trinchera y refugio

Florentino tiene muy claro cuál es su estilo: la verdad sin aditivos. Un periodismo que no lamebotas, que no depende de los despachos ni de las subvenciones, que da voz a los silenciados y escucha al ciudadano anónimo. Para él, un periodista debe ser humilde, empático, libre. Y sobre todo, valiente. Aunque eso suponga quedarse solo con un megáfono en medio de una plaza vacía.

No presume de exclusivas ni busca medallas. Lo que más le emociona es escribir una buena historia. De esas que duelen, que conmueven, que hacen pensar. Historias con alma. Como la suya.

Generación afortunada, pero inquieta

Cuando habla de su generación, lo hace con una mezcla de orgullo y autocrítica. “Fuimos afortunados, crecimos con la democracia, con libertad, pero también fuimos cómodos. Nos faltó el hambre de nuestros padres y abuelos”, dice. Por eso se preocupa cuando ve a los jóvenes alejados de la política, del periodismo con vocación, del compromiso social. Pero no pierde la fe. A quienes sientan el gusanillo del periodismo, les dice: “Sí vale la pena, si te nace. Hay muchas formas de contar, de vivir de esto, de hacer cosas con sentido”.

Una conversación que fue más que una entrevista

Lo que se vivió en esta conversación no fue una simple entrevista. Fue un viaje a la memoria, un acto de reconocimiento, un espejo donde mirarse para quienes todavía creen en el poder de la palabra. Juan Santana —quien condujo el espacio con cercanía y complicidad— y Florentino López —quien abrió su corazón sin reservas— compartieron mucho más que una charla: compartieron una visión del periodismo que, a pesar de todo, sigue latiendo.

Y si esta nota tuviera que terminar con una imagen, sería la de Florentino escribiendo en silencio, con su taza de café al lado, en algún rincón de Telde, mientras la ciudad duerme. Escribiendo, como quien cuida una herida. Como quien aún cree que una buena historia puede cambiar algo. O al menos, despertar a alguien.