“Esta tierra carece de un proyecto político”. Una frase aparentemente filosófica, que en realidad es dinamita bien envuelta. No se refiere a su municipio —que también está necesitado de proyecto, dicho sea de paso— sino al conjunto de Canarias. Y como si nada, se planta en el debate regional sin ser aún candidato a nada más que a seguir en su despacho… si no surge algo mejor

Hay veces en que los políticos no hablan, insinúan. Y otras en que no responden, sugieren. Juan Antonio Peña, alcalde de Telde, ha perfeccionado ese arte: el de lanzar frases aparentemente neutras, cargadas de señales, y dejar que el resto juguemos a descifrarlas. Su última intervención pública no ha sido una declaración, ha sido un mapa… aunque con algunas calles sin asfaltar, como es costumbre en su ciudad.

Afirmar que “el partido tiene que aprobar si soy el candidato” es una forma muy elegante de decir “yo decido si sigo, pero vamos a fingir que hay democracia interna”. En Ciuca no hay comité que le discuta una candidatura: si Peña quiere repetir, repite. Y si no quiere, pues tampoco pasa nada, porque, como ha dejado caer, hay más mundo más allá del Ayuntamiento de Telde.

De hecho, su siguiente frase fue casi un susurro institucional: “Puede surgir ser candidato en otra corporación”. Es decir: si me llaman del Cabildo, tardo menos en contestar que el 1 del móvil en sonar. Y si lo hace el Parlamento, ya ni te cuento. Peña ya no habla solo de Telde. Peña sueña en grande. Lo disimula, pero le delata la mirada, el tono… y los mensajes en clave.

Porque luego vino el remate: “Esta tierra carece de un proyecto político”. Una frase aparentemente filosófica, que en realidad es dinamita bien envuelta. No se refiere a su municipio —que también está necesitado de proyecto, dicho sea de paso— sino al conjunto de Canarias. Y como si nada, se planta en el debate regional sin ser aún candidato a nada más que a seguir en su despacho… si no surge algo mejor.

Y mientras lanza esas bombas suaves, nos regala otras perlitas: “Me llevo muy bien con todos los alcaldes y alcaldesas”, o “hay relevo generacional, la política debe adaptarse”. Traducido: “Estoy listo para liderar algo más amplio y más serio, con gente de mi edad, con ganas de renovar y con menos pasado en los despachos”. Como quien dice: si hay que formar un bloque insular, avísenme que tengo hueco en la agenda y traje sin arrugas.

Pero lo mejor viene al final, como en toda buena serie política: “Habrá que sentarse y ver qué se comparte y qué no”. Ahí ya no disimula. Está diciendo claramente que algo se está cocinando, que los pactos se huelen y que él, por supuesto, está entre los que tienen silla en esa mesa.

Y por si quedaban dudas de cuál es su posición, su fidelidad y su dirección de GPS político, lo deja claro con una frase que es mitad escudo, mitad pasaporte: “Yo estaré donde esté CiUca, en una confluencia de partidos”.

Es decir: si Ciuca forma parte de un frente amplio, ahí estaré. Si vamos juntos al Cabildo, al Parlamento o a conquistar la luna, me apunto. Pero siempre bajo mi bandera. No hay salto sin marca, ni aventura sin sello. Peña se postula como figura útil para una coalición mayor, pero sin renunciar a su ADN político.

En resumen:

Juan Antonio Peña no se baja del barco, pero ya mira otros puertos. No se despide de Telde, pero la maleta ya la tiene medio hecha. No anuncia una candidatura superior, pero está oliendo el ascenso como quien huele el potaje desde la acera. Peña ha entrado en fase de modo candidato sin decirlo, y lo hace con el estilo de siempre: sonriente, ambiguo, y peligrosamente preparado.

Mientras otros aún buscan el foco, él ya está en la foto.

Juan Santana, periodista y locutor de radio