Juan Dávila-García. Jubilado,  Radiotelegrafista del Estado

Se veía venir, desde que el gobierno –unió improcedentemente el servicio, postal y telegráfico-, que aunque pertenecíamos a la misma Dirección General,  cada uno dependía de su propia Jefatura Principal, la decadencia de ambas instituciones iniciaron un declive que perjudicó más al servicio postal que al telegráfico, ya que era –bastante más difícil que un funcionario de correos aprendiese a manipular los sistemas telegráficos, que un funcionario de telégrafos hiciera lo propio con el servicio postal, algo que puedo afirmar con rotundidad ya que fui comisionado en bastantes ocasiones para instruir a los Jefes de Oficinas que eran funcionarios del Servicio Postal, podría citar varios ejemplos pero me voy a limitar a comentar mi misión como instructor en las oficinas de los Arenales y a la de Vecindario, así como la labor que realice en la propia sala de aparatos de la central en Las Palmas, donde diariamente enseñaba a manejar el funcionamiento de los teleimpresores, la admisión de telegramas, giros telegráficos, etc., a dos tres funcionarios postales diarios.

Unos años más tardes otro gobierno socialista se le ocurrió eliminar el Cuerpo de Telégrafos, sin tener para nada en cuenta – la gloriosa historia de esta institución que llegó a ser una de las más importantes del mundo, dada la excelente calidad y experiencia de su personal-.

Cuando aconteció “tan escabroso atropello”, el que suscribe (telegrafista), dirigía la oficina Técnica de clase A de Correos y Telégrafos de Maspalomas, posiblemente la oficina que más correspondencia manipulaba (tanto postal como telegráfica de toda Canarias con la excepción de las dos capitales de provincia). 

El movimiento de tarjetas cursadas a los diferentes destinos europeos, pasaban diariamente de las 70 mil, que eran separadas, distribuidas, ensacadas y remitidas directamente a las –nodales- existentes en Europa, posiblemente la más importantes eran las existentes en Frankfurt y Hamburgo (Alemania). El servicio internacional de telegramas, giros telegráficos (mandat), expedidos era superior al resto de las oficinas de Canarias incluidas las capitales de provincias, el servicio de –mandat- cursados más abundantes eran los destinados a Marruecos, Italia, Francia, Alemania y otros donde la incidencia era menor.

La venta de sellos de franqueo diario generaba más de 150mil pesetas. El personal que poseía esta oficina pasaba de los cincuenta funcionarios, ejecutivos, oficiales, auxiliares, ayudantes, repartidores de telégrafos y carteros. En la entrega de paquetería por el cobro de cabildo superaba mensualmente la estimable cantidad del millón de pesetas.

Cuando aparecieron por estos lares los primeros servicios paralelos, SEUR y DHL, que en un principio eran ilegales y que competían con nuestros servicios de forma fraudulenta, me involucré en una –cruzada-, sin que recibiera ayuda de nadie, ni el alcalde de San Bartolomé de Tirajana, José Juan Santana Quintana ni del presidente de la FEHT (presidente de la Federación Española de Hostelería y Turismo en Las Palmas), Fernando Fraile, a pesar de mis solicitudes de ayuda jamás colaboraron conmigo para erradicar el engaño que dañaba especialmente a los turistas, vendiéndole unas estampillas que no tenían ningún –valor facial-, lo que producía que una gran cantidad de tarjetas, -algunos días mas de 10mil-, no pudieran ser cursadas a su destino por carecer del –franqueo legal-.

Cuando los socialistas accedieron por segunda vez al poder con Zapatero al frente los servicios postales y telegráficos siguieron cayendo irremisiblemente, las jefaturas provinciales en manos de una -caterva de ignorantes-, como está ocurriendo actualmente, donde quienes rigen la Sociedad Estatal de Correos poseen todos el carnet del PSOE. 

Por aquellos años llegó a la Jefatura Provincial de Las Palmas un simple mecánico de telégrafos, llamado Mauricio Cimorra Pena que se convirtió en “todo un inquisidor”, que se propuso eliminar a todos los compañeros que fuéramos de derechas, implantando para ello un llamado “expediente contradictorio”, y que se le incoaba tildándonos de incompetentes al funcionario inmerso en el mismo, cuando de verdad el funcionario más incompetente de cuantos estábamos  destinados en la Jefatura Provincial de Las Palmas era él, fuimos muchos los que caímos en este “miserable contubernio” de la Dirección General, que dependía del ministerio de Transportes que lideraba Josep Borrell, al cual le envié un escrito manifestándole el “acoso al que estábamos sometidos por este “engendro”, en concomitancia con CC.OO., con cuyos miembros tuve muchos enfrentamientos, y que mediante el informe remitido por el Inspector Regional, Juan Moya Cano, lo cesó “ipso facto”.

El 20 de abril cumplí 21 años de mi jubilación, visite la oficina de Maspalomas en más de una ocasión hasta que observe la clase de “mercadería” que ofrecían desde sus vitrinas, “algo que me avergonzó y me abochornó”, por el uso que se le daban a algunos de estos productos, correos se había convertido en un bazar que vendía de todo sin que existiera un mínimo de decencia en los productos que les ofrecían a los usuarios, la posta como tal tenía los días contados.

La desaparición de las categorías profesionales, incluso la anulación de las diferentes clases existentes, el personal se convirtió en “laborales fijos”, su remuneración se redujo a la mínima expresión, sus activos se fueron diluyendo, llegando a alcanzar una deuda de más de 600 millones de euros, “que posiblemente en la actualidad se haya multiplicado por dos”, la bancarrota se adueñó de esta “rota institución”. 

Pedro Sánchez le concedió la presidencia de la Sociedad Estatal a un amigo suyo, “usando el nepotismo ilustrado” cuya preparación no era la adecuada, lo que ha llevado a una de las instituciones de más “abolengo” en España a la ruina total, lo que esta originando huelgas y manifestaciones de su personal que no esta de acuerdo con la dirección anómala de la Sociedad, al cual cada día que pasa se le coartan más sus derechos que en otros tiempos eran bien considerados y respetados.