Qué bonitas palabras las de Celia Cruz, en forma de música, para recordarnos que “la vida es un Carnaval y es más bello vivir cantando”. Sin duda, tiene mucha razón en lo que reivindica en su canción, pero no siempre es tan fácil dar la vuelta a lo malo que nos rodea y dejar que nuestras penas se vayan cantando. Sobre todo si vives en Telde, donde de penas se sabe mucho, incluso si es Carnaval.

En las últimas semanas ha habido todo tipo de críticas y polémica por la triste celebración que hubo de las Carnestolendas en este nuestro municipio. Ausencia de organización, publicidad casi inexistente, un programa pobre, galas contadas con la palma de la mano e incluso falta de participantes. Días de una fiesta sin color que supone, además, una falta de respeto con mayúsculas para las empresas colaboradoras, los grupos que se subieron sobre el escenario, los equipos de trabajo tales como sonido o iluminación, la dirección artística o los propios ciudadanos y ciudadanas que, por supuesto, no tienen culpa alguna de todo lo sucedido. Por el contrario, fueron ese rayo de luz ante el que debemos estar agradecidos. ¡Con lo que Telde era para sus fiestas y en lo que, desgraciadamente, nos hemos convertido! Un espacio en el que los de dentro sienten vergüenza e impotencia y al que los de fuera ni se molestan en venir.

Es inevitable, para todos y todas los que llevamos toda la vida en esta ciudad, que nos desborden principalmente dos sentimientos: nostalgia y tristeza. El primero, si echamos la vista atrás y recordamos esos Carnavales en los que, con una simple mascarita salíamos a la calle, donde todo era color, unión, alegría y actos preparados para el más profundo disfrute de toda la familia; el segundo, al mirar en qué ha quedado todo lo que era y cómo, año tras año, la luz de nuestra Fiesta se ha ido apagando progresivamente sin poder hacer nada para evitarlo.

¡Y ojalá se tratara sólo del Carnaval! Pero no, queridos vecinos y vecinas. Como ya saben y han podido comprobar, este descuido y abandono se ha extendido a todas y cada una de nuestras fiestas. Asimismo, más tristeza nos provoca pensar en las patronales de San Juan y San Gregorio, o más bien lo que queda de ellas, casi sin tradición, hechas rápido y corriendo para salir del paso y sin esa ilusión, emoción y ganas que merecen, dada su importancia; en la pasada Navidad, que más que dulce fue sosa o incluso agria, sin un plan bien marcado no solo para que nuestros niños y niñas gozaran, con orgullo, en familia, sino para atraer gente de otros municipios, siendo Telde un referente en algo, como antes lo éramos en mucho; o ahora, que se aproxima la noche más corta, una velada siempre celebrada en nuestro municipio, y cuya organización, información al respecto y promoción está siendo tan pobre como criticada (ojalá nos equivoquemos y su celebración sea todo un éxito, ya que así lo merece nuestra ciudadanía, y entonces lo aplaudiremos).

Así, esto son solo algunos ejemplos de las muchas celebraciones que aún quedan vivas y que no reciben el mimo y el cuidado que merecen en nuestra ciudad. Y sí, es cierto que la nostalgia y la tristeza nos envuelven, porque es inevitable, pero ¿saben qué sentimiento sale desde lo más profundo de mi corazón, ante esta situación, y es el que quiero transmitirles? ¡Esperanza! Sí, amigos y amigas, esperanza en que sea el momento y juntos podamos, por fin, darle una vuelta a todo esto y recuperar la calidad en nuestras fiestas. ¿Qué digo recuperar? ¡Mejorar! ¡Me encantaría mejorar la manera de celebrar en nuestra querida Telde! Porque sé que, como yo, están cansados y cansadas de que todo lo conviertan en política, de que todo sean peleas y enfrentamientos, una lucha de poder a ver quién coge una silla o quién la suelta, sin pensar en que los ciudadanos y las ciudadanas estamos cansados y cansadas, hartos y hartas de tanta negatividad, de que no se nos permita disfrutar ni siquiera en nuestras fiestas y que no solo los barrios estén completamente abandonados, sino que esas pequeñas distracciones que nos ayudan a seguir, evadiéndonos de nuestros problemas, también brillen por su ausencia.

Por esto, les animo a dejar de lado la nostalgia y la tristeza y les propongo que se sumen a la esperanza, al cambio y al momento. Porque, como dice Celia Cruz, “todo aquel que piense que tan solo hay que estar mal, tiene que saber que no es así, que en la vida no hay nadie solo y siempre hay alguien”, y no se imaginan las ganas que tengo de ser para todos y todas ustedes, mis queridos vecinos y vecinas, ese alguien. Capaz de cambiar las cosas, hacer que Telde deje de llorar y conseguir que la vida aquí vuelva a ser un Carnaval.

𝗔𝗹𝗲𝗷𝗮𝗻𝗱𝗿𝗼 𝗥𝗮𝗺𝗼𝘀, 𝗰𝗮𝗻𝗱𝗶𝗱𝗮𝘁𝗼 𝗮 𝗹𝗮 𝗮𝗹𝗰𝗮𝗹𝗱𝗶́𝗮 𝗱𝗲 𝗧𝗲𝗹𝗱𝗲.