De boca en boca, prisioneros de la cárcel de amor infiel que han construido, estos insensatos no se ruborizan en engañar a sus respectivas parejas y familias a la vista de todo el mundo. ¿Qué podemos esperar de servidores públicos que son capaces de mentir de una forma tan vulgar?
Una relación sexual voluntaria entre una persona casada y otra que no sea su cónyuge, se conoce como adulterio. Eso mismo está ocurriendo actualmente en el gobierno de Telde. La flecha infiel de la pasión ha atravesado los corazones de un concejal y una concejala de nuestro salón de plenos. Él de un partido, ella, de otro… los dos del mismo pacto. Nadie sabe cómo, pero pasó y desde entonces se mueven como gatos en celo cayendo reiteradamente en la tentación.
Tampoco es reciente este idilio extramarital, ya hace meses que dan rienda suelta al fuego uterino y el exceso de testosterona. Tanto, que, en las últimas semanas, estos herejes del amor ya no tienen reparo en liarse en dependencias municipales o aprovechando cualquier acto público que se organiza en la ciudad. ¿Los acabará casando Juan Antonio Peña?
De boca en boca, prisioneros de la cárcel de amor infiel que han construido, estos insensatos no se ruborizan en engañar a sus respectivas parejas y familias a la vista de todo el mundo. ¿Qué podemos esperar de servidores públicos que son capaces de mentir de una forma tan vulgar? ¿Cuántas mentiras dirán a los ciudadanos desde sus cargos públicos entonces? En el gobierno de la mentira de Telde nada es lo que parece ni nadie quien dice ser…
Mientras, el vaivén de caderas de este amor prófugo es cada vez más intenso contando ambos con el cómplice y cornudo silencio de ‘compañeros’ de sus respectivos partidos y gobierno que dan cobertura a este engaño compartido mientras les dibujan una falsa sonrisa a sus parejas oficiales cuando coinciden (como si nada pasara).
Alguien tendría que recordarles a estos dos pasionarios adúlteros aquello de: «Dónde tengas la olla, no metas la po…»