Michael A. Galascio Sánchez. Doctor en Psicología de la Salud y Clínica, licenciado en Ciencias Políticas

Recientemente un consorcio me pidió una reflexión sobre las estructuras sociales. Al principio me pareció inusual, dada la abundancia de publicaciones sobre el tema. No obstante, querían un punto de vista alternativo alejado del Spiritus Mundi.

Las estructuras sociales describen cómo se organizan las sociedades para que puedan establecerse relaciones e interacciones sociales. En otras palabras, es el modo en que las personas se relacionan entre sí. En esta vía, los individuos, los grupos u organizaciones que componen la sociedad no son el centro de la estructura social. Ni siquiera los ciudadanos son el objetivo final de las relaciones personales. Y esto explica por qué muchas acciones estatales no surten el efecto deseado.

En realidad, a pesar de las nuevas teorías organizacionales y los gurús de la autoayuda, las organizaciones funcionan desde arriba, utilizando una estructura de interacción social centrada en un organigrama o jerarquía. Un buen ejemplo se advierte en las estructuras de los partidos políticos españoles independientemente de su ideología o las bondades que quieran vender. Los principales partidos nacionales adolecen de una estructura organizativa débil a nivel interno, lo que provoca una falta de legitimidad a nivel de las bases, y una falta de comunicación entre las ramas locales y nacionales de los partidos. Por este motivo, las decisiones y acciones del líder son cuestionadas por los ciudadanos, afiliados y militantes.

En esta línea, aunque los movimientos sociales han impulsado con frecuencia a los partidos y líderes políticos hacia cambios institucionales profundos; ocasionalmente, provocando transformaciones significativas en la economía política; con menos frecuencia, han determinado la dirección de las corrientes de democratización y desdemocratización que compiten entre sí a través de la cultura política. Quizás, por la debilidad de las estructuras mismas de las corrientes políticas que representan.

No obstante, cuando se aplica el concepto de liminalidad tanto a los individuos como al conjunto de la sociedad, se concluye que las estructuras sociales sirven para orientar el modo en que se producirán las transformaciones en una sociedad, así como la interacción entre sus miembros. Lo que sucede es que algunos partidos políticos ejercen una enorme presión sobre todas las dimensiones sociales con la finalidad de que la estructura social y los valores sociales se vuelvan incompatibles creando un clima social de alta tensión.

Los líderes políticos que impulsan este movimiento piensan que cuando la situación está en su punto más álgido, la estructura debe aceptar el cambio social a fin de que la sociedad sobreviva y prospere. Se podría resumir a través de la fórmula problema + reacción = solución. Pues venden la idea de que, si se realizan estas reformas estructurales, podrán proporcionar al conjunto de la sociedad oportunidades adecuadas de desarrollo individual y comunitario, atenuando las condiciones estructurales por las que se producen los problemas sociales. Sin embargo, la experiencia ha demostrado que estos experimentos acaban mal como se ha observado en el modelo venezolano.

No obstante, en Europa se están utilizando métodos más sofisticados. De aquí a 2030, los avances tecnológicos seguirán ampliando las posibilidades de la sociedad. En países como España, Internet se ha integrado exponencialmente en todas las dimensiones de nuestra vida social. El Estado y las multinacionales que impulsan esta tecnología nos hacen creer que a medida que las personas encuentren un equilibrio entre la socialización en línea y en persona, Internet enriquecerá sus vidas y les dará una mejor percepción del mundo. Una perspectiva inducida por el Estado.

La realidad es que las personas mantendrán un círculo estrecho de relaciones, que tendrá lugar principalmente en persona, al tiempo que seguirán conectadas con individuos de todo el mundo a través de diversas formas de las redes sociales. En este sentido, la mayoría de los cambios se producirán dentro de las redes sociales de relaciones más casuales y superficiales, más que entre personas con conexiones personales más fuertes. Los que son sociables lo serán más, mientras que los que están aislados, lo estarán aún más. Habrá nueva legislación e incentivos para que las personas cuiden sus redes sociales de tal manera que piensen que las revelaciones privadas se harán a las personas adecuadas. Algo que en la praxis no es cierto, ni lo será porque en el ciberespacio, la seguridad absoluta no existe.

Cuanto más utilizamos las redes sociales, más sofisticados y exigentes nos volvemos en términos de privacidad y acceso a los contenidos. La idea es que, durante el proceso de adaptación a estas realidades cambiantes, acabemos codificando nuevas normas sociales. Tanto si se es pesimista como optimista, la revolución de la Inteligencia Artificial con toda probabilidad creará nuevas clases sociales. Sólo el tiempo dirá si se trata del proletariado digital, algo que advertimos con el Certificado Covid que facilitaba el movimiento dentro de la UE.

Esta perspectiva abre la puerta a la formación de nuevas clases sociales digitales. La historia nos ha dado ejemplos, ya se trate de la revolución industrial o de la revolución bolchevique, la experiencia nos ha demostrado que esas luchas de clases suelen desembocar en la formación de una nueva clase social. Estos cambios iban siempre acompañados de luchas de clases y transformaciones sociales radicales.

Durante muchos años, los sistemas sociales han sido considerados como barreras para la innovación y el cambio, en lugar de sistemas que deben ser utilizados. Estos sistemas suelen denominarse como cultura, creencias fundamentales, normas, tradiciones, mentalidades compartidas o simplemente, «cómo hacemos las cosas aquí», cada uno de los cuales describe factores que cambian lentamente y que actúan como hipótesis, limitando tanto la estrategia como las operaciones. En este punto, es donde han fallado todas las estrategias políticas desde la transición.

Todas sus estrategias políticas parten de la base de que para garantizar que el futuro de nuestra sociedad sea pacífico y satisfactorio para todos los ciudadanos, debemos comprender tanto la diversidad de estructuras sociales que pueden existir en ese ámbito como los procesos de cambio social necesarios para lograr y mantener esas estructuras. Además, se debe tomar en consideración el grado de desafíos y tensiones sociales dentro de una jerarquía social compleja, y esta es una cuestión que se estudia mejor si se hace un seguimiento de las interacciones de los miembros de unidades de distintas subestructuras a lo largo del tiempo.

En cambio, los cargos con responsabilidad política no comprometidos con los ciudadanos ponen un mayor énfasis en atender a los atributos estereotipados negativos y a la información sobre sus subordinados, aparentemente para justificar sus posiciones y mantener las estructuras sociales existentes.

En el proceso, las redes sociales han creado innovaciones y tecnologías, y también han hecho que los sistemas sean más resistentes. La vida social está cambiando, y la mayoría de las personas que ven que la trayectoria va hacia abajo, son personas que creen que su cultura está desapareciendo. Esto explica la aparición de corrientes políticas como VOX. Por lo que, los líderes que urden el cambio estructural de la sociedad, desarrollan una narrativa en la cual la necesidad apremiante es que los gobiernos, las sociedades y las empresas reconozcan que no se puede volver a lo de siempre, que una crisis sistémica requiere un cambio sistémico y que las prioridades públicas y las políticas centradas en el ser humano son esenciales para reconstruir la confianza en los mercados y en el gobierno.

Para ellos, el catalizador perfecto para los cambios está en el desarrollo de las tecnologías digitales capaces de producir cambios sociales vertiginosos y radicales para transformar completamente las estructuras sociales locales, nacionales y mundiales.

Es indudable que las tecnologías digitales constituyen la base de innumerables avances en las ciencias, la salud, las comunicaciones, la industria, el intercambio de información, así como en otros campos. Las tecnologías de la información y las comunicaciones emergentes marcan una diferencia significativa en el día a día de muchas organizaciones.

Los avances tecnológicos, han ampliado los límites de nuestros círculos sociales, y los diversos medios de comunicación modificando la forma en que nos relacionamos y vivimos. En este contexto, Facebook es un buen ejemplo del gran impacto de las tecnologías en las construcciones sociales.

Hoy día, esta especie de determinismo tecnológico moldea las estructuras sociales y valores culturales que han sido adoptados e integrados en las instituciones sociales.

En esta vía, es fundamental en nuestra condición de ciudadanos, comprender las relaciones entre la tecnología, el trabajo y las estructuras haciendo énfasis en las estructuras informales, conocer la perspectiva socio técnica dominante y el papel que juega el conocimiento tácito si queremos encajar en el sistema.

La razón es simple pues el desarrollo de la tecnología puede ciertamente provocar un cambio social, pero también hay que considerar el resto de factores en juego, como el estado social actual, la historia de la sociedad, las normas culturales existentes, la infraestructura existente y muchos otros. ¿Les parece familiar?

A mi juicio se acercan cambios profundos para España y el resto de Europa. Sin embargo, por lo visto España es un laboratorio social y al parecer el gobierno de Pedro Sánchez, ya no tiene utilidad para el Nuevo Orden.

La tecnología altera la sociedad al modificar nuestro entorno, al que debemos adaptarnos. A medida que cada nueva tecnología se convierte en algo habitual, los seres humanos se vuelven tan dependientes de ella que la sociedad no puede funcionar sin la misma.

Por esta razón, los individuos poderosos y las instituciones sociales ejercen una gran influencia sobre qué formas de tecnología se publican, cuándo y dónde se publican, y qué medios de comunicación se ponen a nuestra disposición para que los consumamos. Es una forma de control de acceso.

Encajar en estas estructuras es difícil si tenemos valores morales, pero si no tienen escrúpulos y están gobernados por el espíritu del mundo, seguro que tendrán éxito. Para aquellos que tienen las claves interpretativas, debo afirmar que existe una sanción a la naturaleza humana que opera en la comunidad de naciones, condenándola a su autodestrucción.

Ahora bien, desde una perspectiva más amplia existe una estructura global a la que los individuos y las naciones deben someterse. Se trata de una comunidad de poder construida por los arquitectos del Nuevo Orden Mundial, cuyos únicos dos obstáculos fundamentales son el cristianismo y el islam.

Con una Iglesia silenciada y estructuralmente debilitada, sin ejército, sin influencia legislativa, sin significancia cultural y reducida a una simple ONG, sólo queda el islam, con más de 1500 millones de fieles desde Argel hasta Indonesia. Su característica protectora puede clasificarse como irredentismo. Es decir, que no cambiarán y nos rechazarán como infieles.

No obstante, con la existencia de una comunidad de poder, cualquier agresor será atacado sistemáticamente por todas las naciones y eventualmente aplastado. No olvidemos, cuando George Bush y Mijaíl Gorbachov se reunieron en Helsinki en 1990, Gorbachov declaró inequívocamente: «Hoy en día, ninguna nación puede permtir un liderazgo exclusivo; ahora es el liderazgo de la comunidad mundial», y el destino de Saddam Hussein fue sellado.

Existe una estructura global basada en un consenso moral; construida sobre una comunidad de poder y un poder abrumador, un sistema secular basado en la producción y el beneficio e impulsado por miembros transnacionales, nómadas digitales, carentes de lealtad nacional y dirigidos por una agencia supranacional, compuesta por potencias que no parecen tener diferencias significativas, salvo el número de salida previo a la presentación final de la nueva comunidad global.

En este escenario, el materialismo y el dominio absoluto del estado han triunfado porque el Nuevo Orden Mundial es Marxista, su esencia está en la mente y en la manera en que los seres humanos viven.    

En este contexto, Putin ha cometido un grave error al querer precipitar los cambios y Rusia no podrá regresar a la comunidad de poder, a menos que no sea a través de otro líder. Él lo sabe, al igual que en su época, Nicolae Ceaușescu o Muamar el Gadafi. Ahora, Putin también es una piedra en el camino.

En lo que respecta a China, operan bajo la creencia de que pueden desestabilizar el sistema mundial utilizando su poder económico y militar, que, según sus cálculos, les hace invulnerables. Sin embargo, según un reciente informe del Instituto Brookings, su futuro se perfila tanto dentro como fuera del país. La drástica reducción de la circulación de personas e ideas tanto dentro como fuera del país, como consecuencia de las exigencias del COVID-19, la escasez de periodistas extranjeros capaces de explicar al exterior lo que ocurre en el país, las restricciones de movimiento e interacción con periodistas y diplomáticos extranjeros y, por no hablar de la falta de control tecnológico de la información, apuntan a una diplomacia exterior errónea que, en mi opinión, les terminará aislando.

Por último, muchas teorías aprendidas en la facultad son útiles para ejercitar la mente y entender cómo funcionan las cosas. Sin embargo, en la práctica, el engranaje que mueve el mundo es un gran desconocido para el populacho, y sólo un pequeño grupo de personas lo conoce. Pero, si se quiere formar parte de un sistema inquebrantable que no cambiará hasta que se produzca una intervención Divina, lo mejor es no ir a contracorriente y sobrevivir.