Así como Gepetto creó un títere de madera (Pinocho), Guillermo Reyes hizo lo propio con uno de carne y hueso (Juan Antonio Peña). 

Al final todo era más simple de lo que pensábamos, se trataba solamente de dinero. La ‘factoría de ilusiones Ciuca’ fabricó y moldeó a un candidato al que poder manejar para satisfacer sus ansias de interés personal (no confundir con el general). Así como Gepetto creó un títere de madera (Pinocho), Guillermo Reyes hizo lo propio con uno de carne y hueso (Juan Antonio Peña). Hay que reconocer, sin embargo, que el engaño fue perfecto. Una mentira agradable es muy fácil de creer, tanto, que a día de hoy hay miles de ciudadanos que siguen enredados en ella. Podemos definir a Peña como a un ‘troyano’, alguien concebido como aparentemente agradable, pero que trae consigo consecuencias graves.

Si hiciéramos un ejercicio simple de retrospección y nos encontráramos a un alcalde de Nueva Canarias en Telde que intentara facilitar el cobro al Consistorio de su presidente (por ejemplo, Paco Santiago), de 99.510 euros en concepto de “representación legal de facturas de los abogados que lo representaron en varios procesos judiciales en los que participó en su etapa como alcalde, gastos procesales correspondientes a 45 facturas, 16 de ellas emitidas por el mismo abogado”.  ¿Qué haría y diría la Ciuca y el Peña de la oposición? Pues esto es lo que está ocurriendo con el Peña y la Ciuca del gobierno. El presidente de Ciudadanos por el Cambio, Ciuca, Guillermo Reyes, reclama al Consistorio 99.510 euros en concepto de representación legal (de los años del tango y más allá).

Esa reclamación ha sido denegada con informes jurídicos hasta ahora que intentan ‘colarla’ una vez más aprovechando que gobiernan ellos. Pinocho (Peña), dice que se trata de una “reclamación histórica”. Ha perdido la perspectiva, está totalmente fuera de control. Por más que el ‘alcalde’ intente huir hacia adelante y exhiba una agresividad descontrolada para intentar defender lo obvio, cada vez son más evidentes los indicios de hechos delictivos y conducta impropia e incompatible con la dignidad de su cargo. Este tipo de ‘defensores’ de lo público nos llevan al desastre. Hasta ahora no les ha ido mal. Son artistas en generar odio, esparcir basura y escupir mentiras. Parece que es lo que les gusta.

Pase lo que pase con esta causa, el comportamiento de Peña ya es indigno del cargo que ocupa: un mentiroso pendenciero que, en lugar de cumplir con la obligación elemental de dar explicaciones, emprende un ajuste de cuentas más propio de un matón que de un alcalde decente. El mentiroso compulsivo no le dice la verdad ni al médico. Queda claro que todo este sarao de la política que se han montado realmente es “por un puñado de dólares”…ONDAGUANCHE