La realidad es que a Telde han vuelto los años del plomo. Medios de difamación comprados, crispación, judicialización, señalamientos, insultos, vejaciones, persecuciones, delincuentes condenados por la justicia cobrando dinero público a través de Gestel (mientras campan a sus anchas por dependencias municipales) y un largo etcétera de comportamientos mafiosos, son, lamentablemente, una constante
La incompetencia manifiesta del gobierno local de Telde y el escaso margen de maniobra de la oposición para revertir la situación, arrojan un escenario completamente endiablado en la ciudad. Tras el fiasco y retroceso que ha supuesto Juan Antonio Peña como alcalde, era inevitable que se hablara de posibles cambios para esquivar la catarsis de la ciudad, abriendo así un periodo de negociaciones complicado, intenso y enrevesado, pero no imposible. Una partida de ajedrez que puede durar semanas, meses… y que terminará o no.
Juan Antonio Peña sabe que no tiene un gobierno estable, que los inversores no quieren ni oír hablar de Telde en estas condiciones, que no trata con nadie serio en un salón de Plenos (del que solo tiene 7 de 27 concejales) y que, además, quiere silenciar a medios de comunicación que no le son agradables. Motivos para preocuparse tiene. ¿Con quién habla de política Peña? o peor aún ¿Quién habla de política con el todavía alcalde de Telde?
La oposición le supera ampliamente en preparación y en breve también podría hacerlo en número (pasando antes por el necesario acuerdo). Tal vez no sea lo mejor para Telde, pero si lo menos malo. Nos encontramos en la antesala de una situación de bloqueo que hace necesario apelar a los valores democráticos y generosidad política de los actores llamados a revertirla. Es obligado el entendimiento, estamos sin gobierno hace más de un año y parece obvio que esta situación no puede ser buena para la ciudad. Tanto por la falta de dirección en los asuntos cotidianos, como por la paralización de muchos proyectos por la incertidumbre económica que genera y la magnitud de los retos que tenemos sobre la mesa.
La realidad es que a Telde han vuelto los años del plomo. Medios de difamación comprados, crispación, judicialización, señalamientos, insultos, vejaciones, persecuciones, delincuentes condenados por la justicia cobrando dinero público a través de Gestel (mientras campan a sus anchas por dependencias municipales) y un largo etcétera de comportamientos mafiosos, son, lamentablemente, una constante. En poco más de un año, el retroceso sociocultural y económico es alarmante, y lo peor está por llegar. Los que creímos y apostamos por un cambio de ciclo político en la ciudad nunca pensamos encontrarnos con un escenario tan desolador, frustrante y aberrante como el actual. Desde luego, salimos de Guatemala para meternos en ‘Guatepeor’.
Del alcalde, Juan Antonio Peña (CIUCA), ya sabíamos desde siempre que era una persona débil manejada por los líderes de su partido. Lo que nunca pensamos es que no tuviera participación alguna en las decisiones que toman por él. Eso explicaría la tensión política inusitada que sufre la ciudad. Gobiernan los mismos que nos hicieron sufrir los peores años de la historia -entre 2003 a 2007- manchando a Telde con situaciones nada democráticas que solo buscan alimentar sus intereses. Es evidente que las personas honradas molestan. No son cómodas, no las quieren. En definitiva, tenemos los políticos que tenemos, y probablemente no mucho peores que la sociedad de donde surgen, pero nos queda la opción de mejorar las reglas y exigir su cumplimiento.
Cierto es que los partidos políticos, al arrancar cualquier negociación, plantean inicialmente escenarios de máximos para luego ir rebajando en sus condiciones. No hay que perder la confianza en que todo cristalice porque cualquier escenario alternativo al actual será mejor para la ciudad. Lo contrario nos aboca a un bloqueo político total.
Florentino López Castro, formado en periodismo por la Universidad Internacional Isabel I de Castilla y director de ONDA GUANCHE