Nos aseguran que este cambio no es una sorpresa para nadie dentro del grupo municipal. Incluso se comenta que Celeste, la ya ex portavoz, estaba al tanto desde hace tiempo de la decisión de apartarla. Es decir, no se trata de una jugada repentina, sino de un movimiento madurado, hablado e inevitable
Por fin. Tras meses —incluso años— de una representación municipal cargada de contradicciones y discursos anclados en el pasado, Nueva Canarias en Telde ha dado el paso que muchos esperaban: el relevo de su portavoz en el Ayuntamiento. Una decisión que, más que un ajuste interno, supone una declaración de intenciones. Y, por qué no decirlo, un gesto de inteligencia política por parte del nuevo presidente local del partido, José Luis Macías.
Porque hacía falta. Y no por capricho, ni por cuestiones personales, sino por algo tan básico como la necesidad de coherencia entre el mensaje y quien lo emite. Durante demasiado tiempo, la portavocía de Nueva Canarias ha estado en manos de alguien que, tras haber formado parte del anterior gobierno municipal, se dedicó a ejercer una oposición casi teatral, cargada de reproches que, paradójicamente, nacían del mismo ciclo que ayudó a construir.
La ciudadanía no es ingenua. Telde tampoco. Y cuando quien ayer gestionaba sin grandes logros hoy se presenta como fiscalizador implacable, el desconcierto no tarda en convertirse en hartazgo.
Nos aseguran que este cambio no es una sorpresa para nadie dentro del grupo municipal. Incluso se comenta que Celeste, la ya ex portavoz, estaba al tanto desde hace tiempo de la decisión de apartarla. Es decir, no se trata de una jugada repentina, sino de un movimiento madurado, hablado e inevitable.
Al final, no se puede pretender renovar un proyecto político con las mismas voces que lo llevaron a perder el rumbo. Y eso es lo que ha entendido Macías: que el problema no era solo de ideas, sino de credibilidad.
Cambiar la portavocía no es ajustar una foto. Es enviar un mensaje al electorado: “sabemos por qué caímos, y no vamos a seguir cometiendo los mismos errores con los mismos protagonistas”.
La decisión no es un castigo, ni una venganza, ni una purga. Es una señal. Un signo de madurez política y de voluntad de recomponer, desde la base, un partido que fue hegemónico en Telde… y que ahora intenta reconstruir una relación rota con los ciudadanos.
Como decía un analista político con sorna,“El ridículo no se improvisa, se cultiva. Pero si no lo riegas, se seca solo.”
Y efectivamente, continuar con una representación municipal deslegitimada por su propio pasado habría sido eso: regar el ridículo.
Ahora comienza una etapa distinta. El relevo permitirá construir un discurso nuevo, sin hipotecas, sin contradicciones, sin necesidad de justificar errores ajenos como propios. Y sobre todo, con la posibilidad real de reconectar con una ciudadanía cansada de monólogos del pasado.
Porque Telde no necesita portavoces que vivan anclados en lo que fue. Necesita líderes que se mojen por lo que puede ser.
Felicidades a José Luis Macías por la valentía, por el acierto, y por entender que a veces, el primer paso hacia la regeneración es saber decir “hasta aquí”. Juan Santana, periodista y locutor de radio