Mucha culpa de esto también la tiene la pasividad de la Administración local, por la falta de medidas activas a través de inspecciones y sanciones para el cumplimiento de un mantenimiento -al menos de mínimos-, normalmente por entender que estas medidas de control del estado de la planta inmobiliaria son anti-populares y, por tanto, contrarios a su afán de recaudar votos

Es desolador darse una vuelta por la Zona Comercial abierta de San Gregorio en Telde y encontrarse una gran cantidad de edificios con el frontis cubierto por mallas.

Edificios que han sufrido caída de cascotes y -como medida de seguridad ante posibles futuros accidentes- han sido forrados con estas mallas de protección.


Es preocupante ver que cada vez son más los edificios que ponen estas mallas de protección que deberían servir para un momento puntual, pero que luego se eternizan en el tiempo, algunas llevan más de 10 años colocadas.

La Concejalía de Urbanismo debiera tomar medidas cuando estos recubrimientos de seguridad no son una medida provisional -a modo de rápida actuación a la espera de la debida intervención-, sino que se toma como acción definitiva, y obligar a los propietarios a proceder a restaurar la fachada y caso de no hacerlo, ejecutar dicha acción el Ayuntamiento y pasarle la factura a los vecinos.

Mucha culpa de esto también la tiene la pasividad de la Administración local, por la falta de medidas activas a través de inspecciones y sanciones para el cumplimiento de un mantenimiento -al menos de mínimos-, normalmente por entender que estas medidas de control del estado de la planta inmobiliaria son anti-populares y, por tanto, contrarios a su afán de recaudar votos.

Lo mismo se debe hacer también como los edificios que se encuentran en un estado de mantenimiento deplorable algunos de ellos con más de 50 años y que no han recibido ni una mano de pintura desde que se construyeron, conminar a las comunidades de vecinos a adecentar los mismo o sanción al canto.