Quien rinde tributo al conquistador insulta al conquistado. Quien pone placas a los que vinieron con la espada y la cruz para robar, esclavizar y aniquilar, está eligiendo el bando equivocado. No es un gesto inocente: es una declaración de valores. Y quienes gobiernan Telde han dejado claro con esta acción que no representan el alma de este pueblo, el Tildet, que un día fue orgullo de los primeros canarios
Hay afrentas que duelen y que, lejos de poder disculpar por ignorancia, merecen poner al descubierto a sus promotores. El reciente acto del Ayuntamiento de Telde, colocando una placa en honor a uno de los conquistadores castellanos que participó activamente en la ocupación, el saqueo y la esclavización de Canarias, es una de ellas. Un insulto a la memoria histórica de nuestro pueblo y una prueba alarmante de hasta qué punto algunas instituciones siguen sin descolonizar su relato y su conciencia.
¿Homenajear al invasor como “fundador”? ¿Exaltar a quien llegó con la espada, arrasó territorios, sometió a personas libres y participó en el secuestro de africanos para usarlos como esclavos? Es como ponerle una medalla al que te rompió la puerta y te robó la casa. No hay dignidad, ni cultura, ni alma canaria que justifique semejante despropósito. No importa lo que hiciera tras cometer esos crímenes. Bañados de sangre, violencia y explotación se consiguieron.
Telde ya existía: milenaria, organizada y viva cuando personajes como este llegaron.
Decir que Telde fue “fundada” por los castellanos es una mentira histórica. Telde ya estaba habitada desde hacía más de 20 siglos. Era una de las principales entidades políticas y espirituales de la isla que hoy toma el nombre de Gran Canaria, con sus necrópolis, sus centros ceremoniales, su organización territorial y su población estructurada. No era un “solar vacío” esperando civilización. Era tierra viva, con cultura propia. Si, si, cultura, porque, aunque no fuera europea, todas las crónicas y lo que han aportado todos los investigadores modernos la señalaban como tal, al nivel incluso del Egipto de aquellas mismas épocas. ¿O es que también tendríamos que tragarnos que Egipto fue «fundado» por Roma?.
Que un Papa desde esa lejana Roma —Clemente VI en 1344— se arrogara el derecho de repartir Canarias como si fuera un mapa de ajedrez, no le daba ningún poder legítimo. La bula papal fue un acto simbólico de colonización sobre pueblos que ni conocía. No puede haber propiedad legítima basada en el saqueo, como no puede haber “fundación” basada en un baño de sangre.
Decir que estos personajes “fundaron” Telde es como decir que Estados Unidos fundó la Luna por plantar allí una bandera. No. Lo que hicieron fue ocupar por la fuerza un territorio que ya tenía dueños. Y esos dueños eran los canarios y canarias que vivían en paz en sus tierras hasta que llegó la violencia colonial.
¿Una placa para el verdugo?
Lo que ha hecho este gobierno municipal —a instancias del concejal de Cultura, ese que en otra època «hablaba canario en la intimidad y se llamaba nacionalista— es institucionalizar el desprecio por nuestra propia historia y «nuestros primeros antepasados». Es elegir el bando del agresor y pedirle al agredido que lo celebre. El personaje en cuestión, como muchos otros “conquistadores” del siglo XV, no fue un héroe, sino un oportunista armado que se benefició del reparto de botín: tierras robadas, esclavos africanos e indígenas, y privilegios comprados a base de pólvora y fuego. Así hace carrera cualquier criminal…pero no se le pone una placa sino que se le descubre y condena.
¿Harían lo mismo en México con Hernán Cortés? ¿O en Perú con Pizarro? ¿O en Argelia con un general francés? ¿Veríamos en Sudáfrica una placa a un dirigente del apartheid sin que saltaran las alarmas? Entonces, ¿por qué en Canarias seguimos aceptando estos relatos coloniales como si fueran naturales, les ponemos placas, nombres de calles y hasta cuadros en un parlamento que se dice canario?. ¿En qué cabeza cabe una placa a Napoleón Bonaparte en Madrid aunque trajera la Ilustración?¿O a Hitler en Varsovia?.
Una ley de memoria histórica canaria haría inviable estos despropósitos, pero está visto que lo de muchos representantes canarios no va ni con leyes, ni con chutes de educación y memoria, porque lo suyo va de un horrible complejo de colonizado. ¿Si, como dicen ellos, los canarios somos una mixtura, a qué ponerle una placa a quien mató al abuelo?.
Este hecho demuestra, más que nunca, la necesidad de una Ley de Memoria Histórica Canaria que ponga fin a los homenajes a esclavistas, asesinos y saqueadores que todavía hoy dan nombre a calles y plazas: Pedro de Vera, Juan Rejón, Alonso Fernández de Lugo, por nombrar solo a unos cuantos. Personas que, en cualquier país con conciencia histórica, estarían en los libros como ejemplos de lo que no debe repetirse, no en placas conmemorativas.
Una ley que revise los callejeros, eduque en los colegios, promueva el respeto por la cultura indígena y prohíba cualquier acto público que glorifique la conquista o a sus verdugos.
Basta de complicidad institucional y de ignorancia que avergüenza.
Quien rinde tributo al conquistador insulta al conquistado. Quien pone placas a los que vinieron con la espada y la cruz para robar, esclavizar y aniquilar, está eligiendo el bando equivocado. No es un gesto inocente: es una declaración de valores. Y quienes gobiernan Telde han dejado claro con esta acción que no representan el alma de este pueblo, el Tildet, que un día fue orgullo de los primeros canarios. Jose Carlos Martin Puig, es sociólogo y formador