Las perras de Valsequillo salen a la calle para atemorizar a todas las personas que se han acercado hasta el municipio

 ¿Cuántas veces mienten al día?, esta es la frase que más repitieron esta noche las perras malditas de Valsequillo ante unas diez mil personas. No una, ni dos, ni tres, sino hasta cuatro perras han sido las protagonistas hoy en la localidad.  La trigésimo séptima edición de la Suelta del  Perro Maldito ha comenzado con un cuento en el que se narra la historia de la pequeña Lucía, víctima del bullying se convierte en Lucifer y devuelve el “Mal Por Mal”.

Las perras no escatimaron en insultos a un público entregado mientras invocaban al resto de las criaturas del infierno. Un discurso en el que ha echado una reprimenda a los asistentes porque todos y cada uno mienten y creen que sus hijos e hijas son los mejores. Unas perras irreverentes que se abrieron  paso entre el público para encontrarse con el arcángel Miguel al que confesó  “yo sólo era una niña, me hicieron sufrir, me asusté, nadie me ayudó. La venganza no sirve de nada, esto nunca va a parar. Ahora vamos a dormir, descansaremos por fin, pero el mal seguirá ahí, el mal no descansa sólo descansaremos nosotras”. 

Un espectáculo sonoro y visual con todo tipo de juegos lumínicos, baile, música, fuegos artificiales, trabajadísimos maquillajes y un excelente teatro callejero que se fundamentó, como ya es tradición, en la crítica social.  El bullying y el sistema patriarcal fueron el hilo conductor de la trama esta vez. Unos cuarenta minutos en los que los seres del mal invadieron las calles del pueblo para desatar el caos. Un evento que ha dado un salto de calidad escénica pero con la mirada puesta en sus orígenes, y es que, desde las azoteas han vuelto a caer grandes globos, el público ha sido rociado, literalmente, con agua, e incluso a alguno le ha caído un poco de gofio. 

Thania Gil, Ana Jiménez, Alicia S. Mahmud y Sara González, como la pequeña Lucía, han sido las encargadas de ponerse en la piel de la Perras malditas, acompañadas por un elenco de ciento veinte personas que tomaron las calles desde las doce en punto de la noche que fue cuando las luces se apagaron y comenzaron a escucharse los primeros gritos. Una representación que no cuenta con actores profesionales, sino que son todos vecinos y vecinas del pueblo que viven con emoción la tradición y así la transmiten al público. A estos se suman los que participan diseñando los maquillajes y trabajando en los disfraces de zancudos, malabaristas, jumping, grupos de baile y toda serie de personajes, que han ido apareciendo durante la representación.

Tras el espectáculo, los asistentes se agolparon en la carretera que sube al barrio de Las Vegas para ver el espectáculo pirotécnico, que duró más de veinte minutos. Una noche que continúo en la Plaza de Tifariti con la orquesta Furia Joven y Armonía Show.