Michael A. Galascio Sánchez. Doctor en Psicología de la Salud y Clínica, licenciado en Ciencias Políticas
Julio Verne, y H. G. Wells son posiblemente los escritores de ciencia ficción más famosos. Ambos nombres tienen una larga historia, aunque nunca se conocieron y, de hecho, pertenecen a generaciones diferentes pues Verne tenía 38 años cuando nació Wells. Sin embargo, por razones relacionadas pues con la época en la que escribieron, así como por la particular excelencia de sus obras, sus textos de ciencia ficción cimentaron este género como forma.[1] Esos relatos, en parte fruto de su imaginación y en parte resultado de sus relaciones con una élite científica de vanguardia, dieron lugar a obras casi proféticas en el ámbito científico y tecnológico. Muchas de las ideas esbozadas en sus novelas se han hecho realidad y otras siguen ese camino, según su efecto social, sobre todo entre quienes crean y desarrollan modelos sociales de convivencia. Curiosamente, ahora somos testigos de los paralelismos entre los escenarios que imaginaron y la sociedad contemporánea. Además, para describir la sociedad futura hay que pensar fuera de la caja, pues sólo así podremos contemplarla en toda su magnificencia tecnológica y su horror.
Los estados occidentales desarrollan una visión expansiva donde predomina la idea de que en un futuro próximo habrá una sociedad de racionalidad instrumental impulsada por los datos y gobernada por la tecnología. Esta sociedad del futuro se presenta con un sofisticado envoltorio e incluso bajo una mística futurista de apariencia plausible. Sobre todo, porque coincide con las corrientes utópicas con las que nos bombardean a diario desde los medios de comunicación, el cine y las redes sociales.
De este modo, esbozan los principios de una sociedad plenamente instrumental cimentada sobre dispositivos tecnológicos de inteligencia artificial y la medición de la conducta humana a efectos de su modificación, bajo el dominio del capitalismo vigilante[2] sobre el ámbito de las redes sociales y lucro. En definitiva, según la afirmación realizada por el filósofo surcoreano Byung-Chul Han, el ser humano es reducido a un mero terminal de flujo de datos, el resultado de una operación algorítmica.[3]
En esta vía, el Big Data[4] se presenta como un instrumento que ofrece la posibilidad de visualizar la sociedad en toda su complejidad, mediante millones de redes de intercambio entre personas. Con este fin, si disponemos del «ojo que todo lo ve», una visión omnidireccional o las claves interpretativas, podremos comprender realmente su funcionamiento e intervenir para solucionar nuestros problemas.
En esta línea, entra en juego el aprendizaje automático[5], que consiste en que los ciudadanos se imitan entre sí hasta convertir las nuevas ideas en hábitos para toda la población, es una forma de aprendizaje social concebido como una relación matemática derivada del modo en que el estado de un sujeto afecta los estados de los demás y viceversa. Esta teoría tiene sus raíces en la física estadística y el aprendizaje.
El objetivo es la creación de una colmena social o mente de colmena[6], que replique a la colmena de las máquinas, para lo cual aboga por métodos que permiten acelerar el aprendizaje social y moldearlo mediante la presión social. Según los impulsores de esta corriente, el diseño intencional y el control de la conducta humana que supone son fundamentales para que la especie humana siga desarrollándose. Algo que estamos experimentando en la conducta y decisiones de los parlamentarios en España. La idea de que los humanos abandonen su individualidad y utilicen la tecnología para unirse en sociedades de tipo colmena parece tan descabellada como aterradora,[7] pero es una realidad a la que no debemos dar la espalda.
La necesidad de cambiar la conducta humana para el beneficio del bien común es un desafío que algunos sociólogos comprenden como una cuestión de ingeniería. ¿Cuáles son las técnicas y los métodos que moldearán el comportamiento del grupo para que funcione con fluidez y en beneficio de todos? El civismo era un término que se utilizaba en el pasado, cuando había verdadera libertad. Hoy día, cumplimos condena dentro de la cárcel de lo políticamente correcto.
Esta nueva inteligencia colectiva está al servicio del bien común a medida que aprendemos a actuar coordinadamente según los principios sociales universales sutilmente impuestos. Los grandes avances son posibles en la sanidad (Certificado Covid digital), el transporte (futuros peajes urbanos en Madrid), así como en la energía (contadores inteligentes) y la seguridad (que vendrá con los Smart Cities). No obstante, para algunos impulsores de esta idea, el peligro radica en los obstáculos que se oponen a estos logros: Los principales escollos son la preocupación por la privacidad y el hecho de que aún no hemos llegado a un acuerdo sobre cómo equilibrar los valores personales y sociales. Es importante señalar que tanto el capitalismo como el socialismo se ven afectados por su enfoque común en el crecimiento económico, que fomenta el consumo conspicuo y la contaminación.
Los planificadores de las estructuras sociales ejercen un control único sobre la sociedad, pero sólo porque dicho control resulta necesario para que la comunidad funcione correctamente. Es una idea totalitaria camuflada bajo la apariencia de modernidad, el hecho de que el cálculo de la verdad deba reemplazar por fuerza a la política como fundamento de la gobernanza instrumental.[8] Según esta corriente, no podemos seguir pensando únicamente en los individuos que toman decisiones meditadas; hay que incluir los efectos sociales dinámicos que influencian las decisiones individuales e impulsan las burbujas financieras, revoluciones políticas y la economía de Internet para calcular el flujo de ideas, la estructura de las redes sociales, el grado de influencia social entre los ciudadanos e incluso las susceptibilidades individuales ante las nuevas ideas. Y lo que es más peligroso, la instrumentalización permite a los detentores de esta visión divina modificar el comportamiento de los demás.
Estos datos proporcionan una predicción fiable de cómo los cambios en cualquiera de estas variables afectarían al rendimiento de los nodos de la red para conseguir la mejor ejecución posible del superorganismo.[9] Este cálculo del flujo de ideas sirve como fundamento para un plan que especifique los fines y objetivos del cambio de conducta.
Por otra parte, la presión social se transforma en una herramienta de equilibrio. Cualquier distinción individual perjudica la cohesión del grupo e impide que las personas se adapten a los objetivos colectivos. Es una forma de pensamiento grupal (groupthink), una manera de pensar en la que las personas se comprometen cuando están profundamente involucradas en un grupo cohesionado, y cuando la búsqueda de la unanimidad de sus miembros supera su voluntad de considerar de forma realista otros cursos de acción.[10]
Los responsables de las políticas públicas consideran que no es posible persuadir a los ciudadanos para que hagan lo correcto y por tanto la solución ha de ser más práctica y refinada, apoyándose en programas de fuerza calibrados científicamente. Es necesario establecer determinados procesos de comportamiento para dirigir a los ciudadanos a desarrollar una buena conducta. [11] A esto le llamamos autocontrol haciendo creer a los ciudadanos que en última instancia, el control siempre estará en manos de la sociedad.
De acuerdo con Pentland, las redes sociales resultan fundamentales en el establecimiento de estas capacidades de sintonía, ya que es el entorno más adecuado para controlar, dirigir, manipular y potenciar la presión social. Es la capacidad para manipular la empatía y el apego de los ciudadanos mediante técnicas de sintonía, como el condicionamiento y la sugestión, a fin de generar presión social para el cambio.[12]
El colectivo ejerce en todas estas poblaciones una presión sobre cada miembro del organismo para seguir la corriente, permanecer en el rebaño, regresar a la colmena y levantar el vuelo con la bandada. El flujo de ideas imita la pauta de la colmena de las máquinas, el borde se confunde con el centro, la identidad y la sincronía se desvanecen, y las partes se desintegran en el proceso.[13]
Una nueva clase social de afinadores trabaja incansablemente para corregir los defectos de la naturaleza humana, asegurando que las poblaciones sean afinadas, arreadas y condicionadas para producir conductas más eficientes.[14] En vez de depender de sanciones reguladoras y la competencia del mercado, lo único que se requiere son herramientas de incentivos de redes sociales para establecer nuevas normas de comportamiento.
Dadas las deficiencias de la naturaleza humana ya conocidas, la eficiencia social constituye un objetivo deseable. La prioridad de los impulsores de esta corriente es proporcionar el flujo de ideas necesario para que los ciudadanos tomen decisiones acertadas y desarrollen normas de comportamiento útiles. Rosalind Picard cree que los desafíos sociales no son insuperables, y que nuevas soluciones técnicas resolverán cualquier problema y que se pueden desarrollar salvaguardias. Según la autora, se debe dotar a los ordenadores de la capacidad de reconocer, comprender e incluso tener y expresar emociones.[15]
En virtud de la perspectiva de la propiedad de los datos, para eliminar la confianza social se necesitan tecnologías de confianza como el Blockchain, que se basa en la encriptación y en complejos algoritmos que crean una base de datos descentralizada sujeta a manipulación. En resumen, los emprendedores deben aprovechar el deseo de los consumidores para construir una propuesta más valiosa que el paradigma actual de robar todos los datos.
El poder, la política y el derecho no entran en la ecuación, presumiblemente porque ya son obsoletos en la visión social que se construye aquí. La tercera ola de la modernidad ha llegado a la colmena. No es de extrañar que el capitalismo modifique las relaciones sociales.
Zuboff cree que estamos entrando en un nuevo siglo que trascenderá las viejas categorías políticas y sociales: la privacidad quedará obsoleta, y esta nueva era empleará un poder destructivo. El nuevo medio de producción industrial ha dado forma a la sociedad de masas durante casi un siglo. Hoy, el capitalismo vigilante ofrece un nuevo modelo para nuestro futuro: El colapso ante las máquinas, en el que cedemos nuestra libertad a cambio de un conocimiento impecable gestionado en beneficio de los demás. Se trata de una revolución social silenciosa que es difícil de percibir a través de la bruma de una suerte de sabiduría convencional y utópica acelerada conjurado por el capital vigilante y las numerosas comunidades desde los desarrolladores de software hasta los científicos de datos, que permiten y mantienen el dominio del proyecto. [16]
El término «sociedad instrumental» se refiere a la institucionalización final de una división pedagógica. ¿Quién lo sabe? ¿Quién toma la decisión? ¿Quién selecciona al responsable de la toma de decisiones? ¿Quién provee a los periodistas lo que deben leer en el Teleprompter?
Llegados a este punto la comparación con el régimen chino también es útil. Las divisiones pedagógicas atípicas marcan tanto a China como a Occidente. En China, el Estado compite con los capitalistas de vigilancia por el control.[17] En Estados Unidos y Europa, el gobierno trabaja con y a través de los capitalistas de vigilancia para lograr sus objetivos. Las empresas privadas han escalado hasta dominar las alturas. Están a la vanguardia de la división del conocimiento, habiendo amasado riqueza, información y experiencias únicas como resultado de su comprensión de nuestro comportamiento.
Finalmente, la sociedad futura estará configurada por rasgos diametralmente opuestos a los actuales. La autodeterminación y el juicio moral autónomo, comúnmente considerados como el baluarte de la civilización, han sido refundidos como una amenaza para el bienestar colectivo. La presión social, bien conocida entre los psicólogos por su perniciosa producción de obediencia y conformidad, se eleva al nivel supremo como medio para extinguir la imprevisibilidad del pensamiento y el juicio moral autónomo. Basta con observar cómo el Estado ha tomado sigilosamente el control de colectivos y movimientos sociales antes independientes para imponer su agenda política.
Estas nuevas estructuras se nutren de nuestro sentido de comunidad a fin de explotar y, en última instancia, apaciguar, la interioridad individual garante de la autonomía personal y el juicio moral, de la voz en primera persona, el deseo y el sentido del derecho inalienable al futuro.
El hecho de resonar al unísono unos con otros debiera enriquecernos; sin embargo, la tercera modernidad amplifica nuestra vibración mutua hasta un nivel insostenible. Dentro del contexto del instrumentalismo total, nos adscribimos a su inevitabilidad en lugar de resonar con la presencia de los demás. El instrumentalismo se presenta como una colmena que debe ser controlada y alineada para obtener los resultados deseados; sin embargo, poco se habla de la experiencia que han tenido sus miembros.
[1] Roberts, A. (2006). <<Jules Verne and H. G. Wells>> In: The History of Science Fiction. Palgrave Histories of Literature. Palgrave Macmillan, London. https://doi.org/10.1057/9780230554658_7
[2] Serrano, P.C.: (2019) <<Capitalismo de vigilancia, el nuevo mundo feliz en el que el producto eres tú (y prefieres no saberlo)>> https://www.eleconomista.es/economia/noticias/9924888/06/19/Capitalismo-de-vigilancia-el-nuevo-mundo-feliz-en-el-que-el-producto-eres-tu-y-no-lo-sabes.html.
[3] Gerardo Guizar Iturbide, G.; Franco Plata, R.; Santana Juárez, M.V.; Gutiérrez Cedillo, J.G.: (2019) <<Percepción espacial de problemas territoriales a través del análisis del sentimiento de redes sociales: Aspectos Teórico-Metodológicos>> Universidad Autónoma del Estado de México Facultad de Geografía. Americas Geospatial Forum. Sesión: Location intelligence for business enterprises. Ciudad de México a 10 de octubre de 2019.
[4] El Big Data es una colección de datos de gran volumen que crece exponencialmente con el tiempo. Es un dato con un tamaño y una complejidad tan grandes que ninguna de las herramientas tradicionales de gestión de datos puede almacenarlo o procesarlo de forma eficiente. El Big Data es también un dato, pero de gran tamaño.
[5]Hosch, William L.: (2022) <<Machine learning>> Encyclopedia Britannica, Invalid Date, https://www.britannica.com/technology/machine-learning. Accessed 26 May 2022. Nota: Aprendizaje automático, en inteligencia artificial (una materia dentro de la informática), disciplina que se ocupa de la implementación de programas informáticos que puedan aprender de forma autónoma. Los sistemas expertos y los programas de minería de datos son las aplicaciones más comunes para mejorar los algoritmos mediante el uso del aprendizaje automático. Entre los enfoques más comunes se encuentran el uso de redes neuronales artificiales (vías de decisión ponderadas) y los algoritmos genéticos (símbolos «criados» y seleccionados por los algoritmos para producir programas sucesivamente más adecuados).
[6] Castro, J.: (2012) <<You Have a Hive Mind. There is a deep connection between the way your brain and a swarm of bees arrive at a decision>> Scientific American. Mind & Brain. https://www.scientificamerican.com/article/you-have-a-hive-mind/
[7] Danaher, J., Petersen, S.: (2021) <<In Defence of the Hivemind Society>>. Neuroethics 14, 253–267 (2021). https://doi.org/10.1007/s12152-020-09451-7
[8] Según las cátedras del Profesor Daron Acemoglu del MIT, dentro de la “Agenda abierta”. Los ciudadanos votan sobre pares de alternativas políticas, de manera que la política ganadora en una ronda se plantea frente a una nueva alternativa en la siguiente ronda y el conjunto de alternativas incluye todas las políticas factibles. Más adelante, sustituiremos el supuesto de agenda abierta con los partidos que ofrecen alternativas políticas, alejándose así de la democracia directa y acercándose a la democracia indirecta/representativa.
[9] Según esta teoría social, la sociedad puede considerarse como un organismo multicelular, en el que los individuos desempeñan el papel de las células. La red de canales de comunicación que conecta a los individuos desempeña entonces el papel de un sistema nervioso para este superorganismo, es decir, un «cerebro global».
[10] Janis, I.: (1972) <<Victims of groupthink>> Boston: Houghton Mifflin.
[11] Skinner, B.F.: (1984) <<Walden dos Hacia una sociedad científicamente construida>> Ediciones Martínez Roca S.A.
[12] Pentland, A.: (2014) <<Social Physics: How Social Networks Can Make Us Smarter>> Penguin Books.
[13] Ibídem
[14] López Noriega, S.: (2020) <<Capitalismo vigilante: ¿la automatización de la voluntad humana?>> Nexos. https://www.nexos.com.mx/?p=48823
[15] Picard, R.: (1997) <<Affective Computing>> MIT Press.
[16] Zubboff, S.: (2019) <<The Age of Surveillance Capitalism. The Fight for a Human Future at the New Frontier of Power>> Profile Books.
[17] Barclay, B.: (2019) <<Is China becoming the world’s most sophisticated surveillance regime?>> Think China. https://www.thinkchina.sg/china-becoming-worlds-most-sophisticated-surveillance-regime